LXXI: Una lavanda y mil lamentos

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El rey abrió los ojos de a poco durante aquel anaranjado amanecer

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El rey abrió los ojos de a poco durante aquel anaranjado amanecer. Lo primero que enfocó al hacerlo, fue a su esposo, quien estaba recostado casi sobre él, con la cabeza en su hombro y una pierna rodeando su anatomía.

Su marido parecía estar entre dormido y despierto. Tenía el ceño fruncido y los ojos cerrados con pesadumbre. TaeHyung le acarició la espalda con el fin de confortarlo. El omega se removió en su lugar, soltando un pequeño gruñido gangoso. TaeHyung le acarició la cabeza.

—¿Te sientes bien? —inquirió él.

JungKook respiró profundo mientras TaeHyung continuaba acariciándolo.

—¿JungKook?

El omega frunció el ceño con más ahínco y, con algo de aflicción, levantó sus párpados lo suficiente para observar a su alfa

—Hoy me siento algo indispuesto —murmuró JungKook.

—¿Qué sientes? —preguntó un TaeHyung preocupado.

—No sé, me siento algo fatigado... —contestó. Dirigió sus ojos hacia la ventana, viendo el sol elevándose poco a poco—. Tienes que irte.

—Me quedaré otro rato.

JungKook negó con sutileza y se acomodó fuera del hombro del alfa.

—Yo estaré bien, solo voy a descansar un poco más.

TaeHyung, con los labios apretados, lo observó dubitativo. Sin embargo, tomó su palabra y acabó besándole la frente a modo de despedida. Una sonrisa se escapó de su boca cuando vio como su omega estiraba los labios, pidiéndole un beso con los ojos cerrados. Y por supuesto que se lo concedió.

—Si te sientes peor, házmelo saber y llamaré al médico, ¿de acuerdo? —dijo TaeHyung. Le acarició le vientre y le dio un beso en la mejilla.

—Sí —respondió JungKook, acomodándose mejor en lo que su esposo se ponía de pie—. Te amo.

TaeHyung sonrió.

—Yo también te amo.

El rey salió de los aposentos de su consorte hacia la propia, donde comenzó a vestirse y alistarse para el resto de su día. Tendría una jornada algo ajetreada, lo cual realmente era algo común para un rey. Un día como cualquier otro, salió de su habitación preparado para enfrentarse al trabajo y a continuar con su familia.

Las últimas semanas después de su cumpleaños, habían sido apacibles. Su bebé crecía sano, aunque lloraba y requería mucha atención últimamente porque sus dientes de leche estaban comenzando a salir, así que se la mantenía irritado, buscando comer y morder lo que sea para aplacar el dolor de sus encías. Del resto, todo había sido tranquilo. Pasaba bastante tiempo con su esposo embarazado y, claramente, su bebé, quien lo traía totalmente hechizado. También compartía cartas con sus allegados: SeokJin, que continuaba educando a su bebés; NamJoon, que forjaba una vida por su cuenta; HoSeok y JiMin, quienes cuidaban de YoonSoo...

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