32. Rabia (V)

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24/09/22
El momento emotivo se me interrumpió en cuanto vi lo que había encima de la cama.
Sobre las sábanas blancas, sobresaltaba a la vista un pijama de color morado. Estaba perfectamente doblado, esperando a ser puesto. Cosa que tristemente no llego a ocurrir nunca.

Esta vez no fue tristeza lo que sentí, aunque viéndolo ahora no entiendo porque no me entristeció.
La ira y la rabia fue lo que se apoderó de mi. Comencé a sentir mucho calor y las piernas comenzaron a temblar. Mi cuerpo comenzó a moverse de un lado a otro, hasta que estalle; me di cuenta que no podía estar más en esa habitación y salí al pasillo.

Solo quedaba el baño y la habitación del matrimonio. No me lo pensé dos veces y abrí la puerta.

La habitación era de color beige, y aunque era bastante amplia estaba muy despejada. No habían apenas muebles, solo contaba con un armario, una cómoda, las mesitas de noche y unos candelabros.
La sensación de ira se había ido cuando traspase la puerta, y se convirtió en nada. No sentía absolutamente nada, mi cabeza y mi cuerpo se sintió como una borrosa nube.

No es algo que me pase de seguido, es más no creo que haya sentido antes esa sensación. Yo soy muy sensible y siempre tengo algo por lo que pensar.
Y de repente encontrarte con que no sientes nada, no oyes, y que la voz interior que tienes dentro de ti ha dejado de hablar.
No voy a decir que me disgustó, tampoco fue algo muy agradable. Simplemente fue una sensación diferente. (Aunque me gustaría añadir que si tuviera la posibilidad si me gustaría volverlo a repetir, quizás supiera vivirlo de otra manera)

Rápidamente desperté de aquel trance.
Me acerqué a la cama matrimonial y me di cuenta del cuadro que había sobre ella. Era un cuadro pintado a mano de la familia de los Salas.
Estaban los nombres escritos: el padre Antón, la madre Clemencia y la hija Lila.

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