31. Risas y canciones (IV)

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24/09/22
Abel se entretuvo en el jardín, lo vi súper entretenido ojeando las flores, así que me dispuse a subir las escaleras. En la planta superior se encontraban las habitaciones de la casa.

Mi cuerpo simplemente actuaba, mi razonamiento era inexistente en aquel momento. El cuerpo solo decidía que hacer sin que yo le mandara hacerlo y el mismo me obligo a entrar en la habitación de la
niña.
Mi corazón se rompió nada más abrí la puerta. En aquel preciso instante mi ser volvió a mi por unos momentos y me di cuenta de lo que estaba pasando.
La sensación de tristeza me superó y las lágrimas comenzaron a caer sobre mi rostro.

La habitación era de una niña pequeña, de nombre Lila. Su cuerpo espiritual no estaba ahí, no la he visto físicamente, pero si había una huella de lo que sintió aquella pobre niña, que se hacía notar nada más cruzabas la puerta.
La niña no sólo tenía ese nombre, Lila, por simple azar. A ella le apasionaba ese color, su habitación era lila y varios de los detalles como de las alfombras y de las cortinas también tenían este color mezclado con un morado más intenso. Habían muchos juguetes y peluches con los que la niña se entretenía.

A pesar de mi primera sensación, estaba sintiendo que dentro de lo que cabe ella había pasado una buena infancia. Risas y canciones sonaban en mis falsos recuerdos (recuerdos de Lila). Se veía que fue una hija muy querida en algún momento.
La habitación tenía muchos detalles y muestras de amor de los padres. Se notaba que se había hecho esta habitación con mucho cariño, que Lila había sido una niña muy esperada y que se esforzaron por darle lo mejor a la criatura.

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