Capitulo 32

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La adrenalina al estar en mi auto es lo único que esta bien, el viento acariciá mi rostro con violencia, mi cabello se alborota por ello, mi mano se aferra al volante, mientras con la otra realizó los cambios, mis pies son rápidos cuando se trata de carreras, si bien antes no entendí como era manejar, ahora se que les puede llegar a enseñar.

Siempre fui fanática de los autos, me llamaban muchos la atención, miraba las personas que manejaban y no me gustaba en lo mínimo, ya que me preguntaba¿será difícil hacer eso?. ¡Y Dios! Siii, pero valió la pena haber chocado contra otra carro, tuve mucho miedo la primera vez que maneje, pero la experiencia fue increíble.

La adrenalina que se siente en ellos es única,¡ es que el alma abandona mi cuerpo! Además de hacerme sentir única. Es increíble la sensación que llega a producirte la adrenalina, al correr solo podía sentir eso, mi cuerpo era libre de hacer lo que el quisiese.

Volteo a ver a mi lado y me encuentro, con el árabe a lado mío, ningun otro coche se encuentra en la vía, la gente que nos dio paso y no veían se perdieron en los arbustos. Bajo la ventana, quedando decir algo, pero simplemente pase sin ponerle mucha atención.

Y como era de esperarse fui la primera en llegar a la meta, jugué un rato con el volante dando vueltas en la meta, mi cuerpo aún tenía la adrenalina.

¡Esto fue,,fue..increíble!..

Salgo del auto acomodando mis gafas, cierro la puerta mirando a Edi, que llega a lado mío y me da un abrazo, dejando mis piernas al aire, sonrío.

—Lo hiciste,—Susurra, ingnorando a las personas que se encuentra rodeándonos.

—Jaja, si.—me baja regalándome esa hermosa sonrisa que el tiene.—¿Aúno vienen los demás.?

—Aúno.—apega su espalda al auto, mientras miro sus movimientos.—Me llamaron hace unos minutos, dijo que llegarán en unos 20 minutos.

Suspiro.

—Entonces tendremos que esperarlos.—estaba por decir algo más, pero la gente va y rodea al otro corredor.

Que volteo a ver y si. Claramente ese hombre esta que hecha humos por los oídos. Se acerca con una sonrisa divertida en el rostro, los hombres pueden cambiar de humor tan rápido, que me da ganas de meterles un puñete, hace un segundo estaba que mataba a alguien, cuando bajo del auto, y ahora se acerca con una sonrisa.

—No hay que negar que eres extraordinaria.—murmura a centimetros de mi.—Por hoy te deje ser la reina de este lugar, pero ya sabrás quien es el rey, esta es mi cuidad,.

—Estoy ansiosa por conocer al rey.—siseó con una sonrisa mezquina.

Las personas que nos rodean, van donde están los siguiente corredores, mientras yo mantengo mi miranda en el árabe, para después cambiar a la persona que llega a mi lado.

—Sabía que lo arias.—susurra cerca de mi cuello. Que asco —Eres muy perfecta Elisabeth.

—No saludas a tu viejo amigo,—Intercambia miradas.—Dario.

—Por que no lo hiba a hacer,—estrecha su mano.—Ya conociste a mi mujer.

Cierro los ojos tratando de controlar mi sonrisa, ese hombre definitivamente está loco. Su mujer, ja, en sus sueños.

—¿Tu mujer?.—el árabe pone la cara de asombro, me mantengo callada para saber hasta donde piensa llegar con esa mentira.—No sabia que tenías mujer, Dario.

—Si, ella es mía.—Voltea sonreírme, mientras regreso a mirar a Edi, que solo con la mirada entiende lo que quiero.—Pero si quieres, podemos hacer lo que hacemos con todos, el hecho de que sea mi mujer, no nos impide hacerlo.

Estrella AzulWhere stories live. Discover now