El gran bebedor teñido de rojo sangre

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Principios de los años 1900's. Un vaquero entra en un bar de noche, se sienta en una de las sillas de la taberna con una joven mujer, rubia, de ojos azules, borracha a su lado. La mujer, ve en las paredes un cartel de cazarrecompensas. Ella enfoca la mirada en el cartel y lo señala con el dedo

—¿Qui...? Quien es?— pregunta la mujer.

-Un imbécil que tiene que morir- Mientras, pide al bartender que le recargue su trago.

—¿Por qué?— Pregunta la mujer.

—No lo sé— Responde el vaquero.

—Bueno, yo he visto al tipo varias veces— Asegura sorprendida.

De pronto, todos en el bar se callan y escuchan con interés lo que dice la borracha.

—El se la pasa en un bar, al que yo solía ir, es un bar bien bonito, con muchas bebidas y muchos hombres— Dice ella tambaleándose, sonrojada y con una sonrisa en el rostro, para ser interrumpida por el, aunque silencioso, poco interés de su público.

—Aunque... Seguro que a ustedes no les importa eso - entre risas, ella pide otro trago al bartender.

—¿Ya les conté por qué dejé de ir al bar?.

-No- exclama el público al unísono.

—QUEREMOS SABER SOBRE EL TIPO— grito alguien en el fondo.

El vaquero, alto, fornido, con un gran bigote y ropajes rojos cuál carmesí, mira a la mujer con interés detalladamente de pies a cabeza, solo deteniéndose por unos segundos en las partes que verdaderamente le interesan. Descubriendo así, su otro objetivo más allá de la recompensa.

La borracha, que no es para nada despistada, ve con una mirada de cazadora a aquel vaquero.

—Bueno, si tanto les interesa el paradero de este hombre, malditos chismosos, el bar del que les hablo es aquel llamado el gran bebedor, está a un par de pueblos de aquí-. Dice ella como si no hubiera una sola gota de alcohol en su sistema, sin quitar por un segundo la vista de su presa. La chica suelta su vaso y se levanta de la silla.

—Me voy de esta mierda. ¿Quieres venir conmigo?

—Nunca le diría que no a una dama.


La chica y el vaquero salen agarrados de las manos, mientras, ella grita- auf wiedersehen -. Despidiéndose de su público.

Un par de días pasan, el sol está en su punto más alto y aquel vaquero fornido con un sombrero que le tapa buena parte de su cara, pero aun dejando ver ese gran mostacho y su vestimenta que sigue siendo tan roja como el carmesí, está sentado en una de las mesas de aquel bar mencionado por la mujer, bebiendo un trago de ron mientras espera que su presa haga acto de presencia.

El sujeto, que tenía su cara impresa en aquel cartel, llega al bar, como predijo la chica en el bar. El vaquero se levanta tan rápido que se da un ligero golpe en la pierna con la mesa, pero, antes de poder preguntarle al bar tender dónde se encuentra el baño, todos los otros clientes en el bar sacan sus armas. Apuntando al hombre con su cara impresa en el cartel.

—ESA RECOMPENSA ES MÍA— grita alguien en el fondo

—JÓDETE— es la respuesta que se escucha.

Falacias, Pólvora Y Una Pizca De Verdad: Historias Del Viejo Y Sucio OesteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora