❜ ⌗ a la luz de las estrellas ⌗ ❜

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Neteyam vagaba en sus pensamientos, caminando por las orillas arenosas de la isla sin ningún tipo de ánimo aparente

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Neteyam vagaba en sus pensamientos, caminando por las orillas arenosas de la isla sin ningún tipo de ánimo aparente. No tenía ganas de sonreír o pensar en algo en concreto, distraído.

Ya había llevado a Tuk a descansar, dejándole con Neytiri. La idea era regresar con lo'ak y los chicos pero...realmente no lo deseaba.

Notaba, mientras se balanceaba y tarareaba bastante por lo bajo, que la arena se colaba entre sus dedos, siendo llevada por la espuma y el agua de mar que llegaba hasta sus pies humedeciendo estos.

Para cuando se dio cuenta de lo lejos que lo habían llevado sus pasos, ya estaba al otro lado de la isla, lejos de las carpas y chozas marui. Quedó en blanco ante ese hecho, avergonzandose de si mismo. Ya parecía su hermana, Kiri, perdiéndose de esa manera en sí mismo.

Iba a dar pasos para volver tras palmear sus mejillas con fuerza, dejándolas enrojecidas. El plan era regresar con los demás y mostrar una de sus mejores sonrisas como siempre hacía.

Pero no le salía.

Suspiro con pesadez, agachandose y sentándose sobre sus rodillas mientras veía la caída de luz, dejando el cielo naranjo y morado, anunciando la aproximación de la noche.

Se preguntó si volverían a casa alguna vez, como estaría su abuela...¿como estaría en aquellos momentos, spider? ¿O los ancianos Omatikaya que tanto ayudaba para no sentirse sólo? De los cuales disfrutaba historias, relatos y canciones.

Trato de despejar su mente, respirando profundamente y mirando su brazo izquierdo con calma y remordimiento. Sus brazos siempre estaban cubiertos por aquellos largos brazaletes, haciéndole sentir seguro al igual que su collar.

Relajó su mente y su cuerpo, expulsando la angustia que sentía por las cargas que llevaba sobre sus hombros y empezó a despojarse de sus prendas, intranquilo con estas.

De igual forma, nadie lo veía o lo vería en aquella situación, y necesitaba sentir que respiraba realmente el aire fresco que le rodeaba aunque fuese un momento.

Mientras colgaba su cabello en una cola alta y se enfrentaba a deshacerse de su collar y brazaletes, pensaba en su padre y su madre. En las obligaciones que tenía como hijo mayor y en la compostura que debía mantener al ser...omega...

Por suerte sólo Neytiri y él sabían ese hecho, no queria ni imaginar cómo se tornaría la situación si más gente supiera que tenía un segundo género. Siendo encima este...uno tan vergonzoso.

Tomó un pequeño pocillo de agua entre sus manos, pretendiendo lavar su rostro con el agua salada hasta que escucho una queja cerca suya.

— malditas rocas estúpidas — escucho maldecir a una voz que en particular, ya conocía bien con sólo un día.

A medida que el otro avanzaba, más estático se quedaba el Omatikaya, pasmado y sin saber que hacer.

Estaba expuesto, estaba expuesto y exhausto...solo podía pensar en ello.

— que demonios- ¿Neteyam? — preguntó con duda quien ahora se posaba de pie a su lado. Neteyam no le miró, procurando recoger sus brazaletes y ocultar sus delgados brazos con lentitud — ¿que haces tan lejos? ¿No deberías estar entrenando tu respiración? — le cuestionó el metkayina. Neteyam, no respondió.

Ao'nung se dejó caer a un lado de él, provocándole tensión y temor. Era extraño tenerlo así de cerca, en ese momento, en esa situacion....

El otro parecía ignorarle de momento, brindándole tiempo para colocar sus brazaletes en su lugar con menos preocupación. No parecía que Ao'nung fuese a tomar la actitud altanera y astillosa que siempre cargaba consigo. Se notaba... diferente

Y eso, captaba su atención.

— estas muy callado, chico del bosque — argumento, a lo que Neteyam resoplaba en respuesta. Definitivamente, prefería estar sólo.

Ao'nung le miró a la cara, notando... que no sonreía en aquel momento.

No dijo nada al respecto, cosa que el azulado oscuro agradeció.

— ...¿Porque estas aquí? — interrogó, siendo suave con sus palabras y mirando nuevamente al hermoso mar. Ya estaba más oscuro y las pecas en su cuerpo empezaban a mostrar brillo de a poco. Ao'nung mantuvo silencio...indicándole con aquello, que tampoco iba a responder sus preguntas.

— se siente raro no verte sonreír — comento apacible, siendo ajeno y extraño al metkayina que Neteyam venía conociendo desde que llegó.

— ¿no sería más raro que lo hiciese todo el tiempo? — murmuró, sintiendo que había juzgado tal vez un poco, muy rápido, al hijo del Olo'eyktan. No se mostraba hostil o ofensivo.

Una risa escapó de los labios ajenos, provocándole un cosquilleo en el pecho que le hizo herizar. Sus orejas se movieron, enrojecidas al igual que sus pómulos. Gracias a Eywa que ya estaba oscuro...

— tienes un punto — admitió Ao'nung, recostandose en la arena a su lado, para dedicarle una mirada al cielo — hombre, creí que eras el tipo sonriente y perfecto desde que te vi, pero mirate aquí,  con la guardia baja — "al igual que tú" pensó Neteyam, tan solo escuchando lo que él otro tuviese por decir.

— estoy lejos de ser alguien "perfecto" — respondió en voz baja, relajado y cerrando los ojos para disfrutar la brisa.

Pensaba...que no duraría ni 5 segundos para irse del lado de Ao'nung apenas noto su presencia. Pero allí estaba...sintiéndose cómodo con tenerlo a su lado, recostado.

Se quedaron en silencio por un rato, siendo el único canto la brisa y las olas suaves que golpeteaban en el mar, produciendo en neteyam una sonrisa tierna y digna de admirar.

Ao'nung paso de mirar al cielo, para mirarle a él, quedando atrapado al instante por el Omatikaya que reposaba a su lado con todas las guardias y defensas abajo.

Enserio... estuvo molesto por pensar en neteyam desde que lo conoció temprano ese día hasta aquel momento, ya noche. Creía que si veía su cara una vez más por el momento, estallaria de ira o odio, más no fue así.

Ahí estaba él, casi dormido y arrullado por el viento, admirando las vistas.

Ao'nung, penso entonces...con su mente adormecida y con su cuerpo y alma relajados sin saber porque, que tal vez... había juzgado muy rápido al Omatikaya a su lado, siendo su único interés literalmente en todo el día.

"Tal vez no es tan malo" pensaban ambos, mirándose ratito después de pensar en lo mismo como si hubiesen leído el pensamiento ajeno.

Se quedaron un tiempo más así, arullando el silencio cómodo que se había formado bajo la luz de las estrellas.

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