RDA┋22

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Capítulo veintidós.

[Χαρμολύπη (griego): se utiliza para describir una sensación compleja de emociones mezcladas, en la cual una persona experimenta alegría y tristeza simultáneamente].

• N I C L A S •

A pesar de que había transcurrido un mes desde que Niclas se reincorporó al equipo de béisbol, a simple vista no lo parecía.

El entrenador no le permitía jugar, ni practicar con los demás. Lo mantenía aislado y sometido a intensos ejercicios. Desde un principio, a cada uno de sus alumnos les advirtió que no era su niñero, y que no se atrevieran a quejarse con él ante las consecuencias de sus propios actos si es que no deseaban ser expulsados. Y de cierta forma, Niclas no lo olvidó. El silencio que el entrenador le brindó al ausentarse por tanto tiempo reflejaba su profundo coraje.

No obstante, aquello no era la peor parte.

Una de las mayores cualidades de Niclas era su velocidad, y se había visto reducida a causa de los incontables cigarros que consumió para calmar su ansiedad y, sobre todo, ante la falta de práctica.

Durante el verano, ignoró por completo su pasión por el béisbol por estar enfocado en Astrid. Y aunque deseaba culparla, no podía, ya que él mismo lo hizo a conciencia. Había escuchado en numerosas ocasiones como las personas lo reducían a un simple deportista al que nada le importaba más que destacar en el campo, y temía que alguien más lo viera de esa manera. En especial alguien que amaba. Después ella lo dejó al inicio de las clases, y comenzó a serle indiferente estar ahí.

Aun así, el siguiente paso de Lenay consistía en recuperar su vida, enfocarse en sí mismo, y en todas las cosas que antes amaba y dejó a un lado por estar enamorado.

Niclas sintió un inmenso alivio cuando entró al campo. El entrenador todavía no llegaba, y se esperaba que tardara al menos una hora. Según Clayton, había ido a hacer un trámite de gobierno, por lo que el resto del equipo se encontraba en medio, sentados y conversando despreocupadamente, con la esperanza de que tardaría más de lo previsto.

—¿Quién es ella? —preguntó uno de ellos, y todos alzaron la vista con interés hacia donde señaló.

Niclas no volteó. Sabía que era Lenay. Le había pedido verla ahí, y entendía la curiosidad que su presencia podía provocar en los demás. Él mismo la había sentido incontables veces.

—Ella no —dijo Niclas de inmediato.

—¿Ella no qué?

—No a cualquier cosa que estén pensando.

—No sabes lo que pienso —le replicó el mismo chico sin apartar la mirada de Lenay.

—Los conozco desde hace años, claro que lo sé —respondió Niclas en tono serio—. Y si no dejas de mirarla, yo mismo seré quien le cuente a tu novia que los sábados por la noche no tenemos entrenamiento como se lo haces creer.

El chico miró a Niclas, vacilante y burlesco, pero al ver que él no cedía, un destello de inseguridad desvaneció su confianza momentánea.

—Estás bromeando.

—Noelia... Ese es su nombre, ¿cierto?

—Imbécil —murmuró el chico, pero aun así obedeció.

Niclas hizo caso omiso. Lo único que le preocupaba era asegurarse de que nadie se atreviera a molestar a Lenay, ya que ella estaría yendo de manera continua; un insulto era lo de menos.

—Aww. Alguien de aquí está enamorado y celoso —se burló Ulrik.

—¿Enamorado? —Niclas se giró hacia él—. ¿Por decirles que traten a Lenay como un ser humano?

Residuos de Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora