009 | SUPERVIVIENTE

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009:
SUPERVIVIENTE

Cuando Kyoko abrió los ojos ya se encontraba en la habitación que le pertenecía. Se dedicó a admirar el techo como si fuera la cosa más interesante del mundo entero, y al final dejó ir un suspiro profundo. La molestia se hizo presente en su cintura. Llevó la mano despacio al lugar y sintió una venda envolviéndole, bajo la camiseta que llevaba puesta de manga corta. Se acomodó despacio en el colchón y recordó la ocurrido la noche anterior. 

[...]

—Karube, escúchame —mientras hablaba, tenía una mano sobre el agujero en su cuerpo, por encima de la manga de la chaqueta que tanta presión estaba haciendo. Casi no podía respirar con ella atada—. Tienes que venir conmigo a La Playa. Los chicos podrán entrar más tarde, en un tiempo, pero tú puedes hacerlo hoy. Yo me haré cargo de ti.

—¿Qué es eso? Escuché en un walkie que alguien lo mencionaba. ¿De qué va todo esto, Kyo? No entiendo una mierda.

Aguni la estaba analizando desde la distancia, sin dejarse ver, ahí donde había medio ocultado el coche, y sabía que si decía algo que no debía, sería capaz de pegarle un tiro allí mismo. O no. Tal vez eso era solo cosa de Niragi. Acordarse de él le hacía sentir escalofríos en todo el cuerpo. Fuera como fuese, necesitaba que su hermano volviera con ella. Chishiya también esperaba en el asiento de copiloto. A ninguno se le distinguía en la oscuridad de la noche. La gente había vuelto a dispersarse.

—Ven conmigo. Te lo explicaré allí.

—No puedo —declaró el rubio. Kyoko hizo una mueca. Los dos estaban en la mierda, encogidos por sus heridas—. Chota sigue en el centro comercial. Tiene la pierna mal y su visado acaba mañana. No puedo dejarlo tirado. Tengo que ayudarle a llegar al siguiente juego. 

Su hermana pensó por unos segundos lo que acababa de comentarle. Dejó caer los párpados, intentando maquinar algo en su cabeza. No podía llevárselos a todos de una, pero si aparecían allí por sí mismos, quizá pudieran quedarse. El problema era que Karube no dejaría que sus amigos hicieran todo ese camino solos. Lo conocía muy bien. El muy cabezón, el maldito orgulloso. Tan leal.

—Tenéis que buscar el hotel Seaside Paradise Tokyo. Es lo único que puedo decirte por ahora. Cuando lleguéis allí, da mi nombre. Responderé por los tres. Hay gente que sabe de medicina, podrán encargarse de vosotros dos. Os curarán.

Miró disimuladamente al coche, cuando su hermano bajaba la vista a su mano llena de sangre. Verle mal le ponía mal también a sí misma. Aguni le dedicó una mirada de advertencia que le indicaba que si no se daba prisa, iría a por ella él mismo y la arrastraría al vehículo. Volvió a mirar a Karube y le abrazó una última vez. 

—Prométeme que no participarás en el juego de Chota, por favor —le susurró. Su visado le permitía llegar a La Playa con tiempo de sobra, por lo que no era necesario arriesgarse de por medio—. Lo acercarás, pero no participarás.

—Kyoko. 

—Por favor —suplicó. Al separarse, fijó sus ojos. Se lo estaba pidiendo con el corazón en la mano y el pecho totalmente abierto—. Solo no lo hagas. No puedo perderte ahora que te tengo conmigo.

—No lo harás.

—Karube. Promételo.

—Está bien.

—Vale —asintió despacio. Arisu llegó hasta ellos, con una cara de persona traumatizada. Lo entendía a la perfección. En shock—. Daos prisa en solucionar eso, ¿sí? Os estaré esperando. 

[...]

Alguien golpeó la puerta de la suit, pero no se molestó en levantarse. Ni si quiera en responder. No estaba para visitas. Arrugó el ceño cuando escuchó cómo la persona que había llamado se adentraba en su dormitorio como si nada y apartó las sábanas de su cuerpo por si debía ponerse firme. Chishiya asomaba entonces bajo el marco, y sus ojos mostraron sorpresa al verla consciente. No la esperaba de esa forma.

hangover ; chishiya shuntaroWhere stories live. Discover now