007 | KARUBE

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007:
KARUBE

Después de lo sucedido el día anterior, Kyoko no había vuelto a intercambiar ninguna palabra con Niragi. Las pocas veces que se habían cruzado había notado su mirada de depredador como si ella se tratara de la presa fijada. Le aterraba pensar en el hecho de que pudiera hacerle algo de verdad, de que se le fuera la cabeza. Kuina ya le avisó de que no estaba en sus cabales. Ahora debía tener un ojo abierto en todo momento, estar más pendiente de posibles peligros.

—¿Lista? —Chishiya preguntó a su lado. Su amiga asintió, observando el edificio frente a sus ojos.

—Eso creo, ¿qué piensas que pueda ser esta vez? —la duda invadía su tono. Los dos empezaron a subir las escaleras.

—En un rato veremos —terminó la conversación.

Cuando llegaron a la zona de la mesa, detectó todavía varios móviles sobre la madera. Tomó uno de ellos y su reconocimiento facial comenzó. Su única preocupación posterior fue repasar a las pocas personas del lugar. Para aquel juego le había tocado con Aguni, que no tenía la menor idea de donde se encontraba, otro de sus paramilitares y Chishiya. Solo cuatro en el grupo. Le tranquilizaba sobre todo la presencia del último. La hacía sentir segura.

Recostó la espalda en una de las paredes y vio como su compañero ponía a cargar algún tipo de objeto que desconocía. No le preguntó, pues había entrado en una especie de trance mental con su música. Ese parecía ser su método para prepararse. O no. Simples suposiciones. Se debatió internamente cuál podía ser su género favorito, de la nada. No fue capaz de sacar una respuesta que considerara decente.

—Oh, más gente —fue un chico joven el que habló, al alcanzar al personal. Soltó un suspiro y leyó el cartel de la mesa. Kyoko le analizó, sus gestos y sus pintas. Lucía como mecánico, con su camisa de cuadros y su gorra en la cabeza—. ¿Tengo que coger uno yo?

—Si quieres vivir —murmuró la chica. Trató de no involucrarse demasiado. No le había hecho bien la última vez que jugó. No es tu responsabilidad, se repetía mentalmente.

Se acercó para coger otro de los teléfonos y por el sonido emitido eliminó cualquiera tipo de duda que pudiera tener al respecto. Era nuevo. Su primer juego. Pobre de él. No se le veía de los que sobrevivían. Pero claro, ni si quiera los que lucían como tal a veces lo hacían.

Una nueva persona se adentró en el arena. Esa vez se trataba de una mujer, una chica, de cabello corto. La observó en silencio. Se la veía preparada con ropa deportiva. Podría ser buena. Ella sí tenía plantilla de superviviente. ¿Lo sería? Tenía que esperar para descubrirlo. O quizá no lo descubriera nunca y la propia Kyoko muriera esa misma noche. Con la recién llegada ya eran once participantes.

—Oye, perdona —el de pintas de mecánico se arrimó a la deportista. Su rostro era toda una función. Kyo puso la oreja, pero con la mirada clavada en el suelo—. ¿Sabes dónde se ha metido todo el mundo?

Aguni pasó entonces entre ellos dos, rompiendo su diálogo. El rostro serio, amenazante. Llevaba los pantalones de camuflaje verdes que solía sacar a la hora de jugar, y una de las tantas camisetas de tirantes negras que repetía en el día a día. Cogió uno de los últimos móviles y se fue junto a su compañero. Los dos enfrente de Chishiya y ella. A saber qué estuvo haciendo antes de aparecer.

—Es que, esto... —continuó el de la gorra, volviendo a arrimarse a la otra chica. No supo continuar, y tampoco hubiera podido.

Una voz más sonó a espaldas de ellos, mientras subían las escaleras. Mencionaba algo sobre toda la gente que había, pero a penas pudo escucharle bien. Bajó los iris a sus uñas y se entretuvo en eliminar restos de porquería bajo las mismas. Tenía pocas, realmente. Culpa de su ansiedad y la forma en la que terminaba continuamente mordisqueando.

hangover ; chishiya shuntaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora