008 | DETONAR LA BOMBA

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008:
DETONAR LA BOMBA

—¡Aguni!

El grito de Kyoko logró captar la atención del hombre. Había frenado sus pasos a unos diez metros de distancia de ella, la cual ahora caminaba en su dirección. Los dos paramilitares le veían llegar en completo silencio, con total tranquilidad. Parecía que ni si quiera iban a jugar algo donde podrían morir. Cuando se detuvo frente a ambos, tragó saliva para humedecer su garganta. Se le había secado la boca de pensar en lo que estaba a punto de hacer. Seguramente la tomara por loca.

—El chico rubio de antes —comenzó a decirle. Aguni le escuchaba, esperando la continuación—, es mi hermano. Sé que no soy quien para decidir esto, pero podría venirnos bien en La Playa. Es rápido, es fuerte y...

—Aunque no lo fuera dirías lo mismo —la cortó. El hombre introdujo las manos en los bolsillos de sus pantalones militares—. Yo no tomo esa decisión. Son otros.

—Aguni —su nombre salió en una súplica. El de la bandana creó una sonrisa graciosa en los labios, como si la situación le divirtiera—, por favor. Es lo único que tengo. Ayúdale a pasar el juego y te deberé una.  

No esperó una respuesta proveniente de él. Dio media vuelta y retornó junto a Chishiya. La había tenido bajo el punto de mira, y cuando ella volvió a apoyarse sobre el muro, el joven le lanzó un rápido vistazo al hombre, que seguía parado en el mismo sitio donde le detuvieron. Estaba pensado en lo que acababan de pedirle. Algo sorprendido por esa responsabilidad otorgada y que rechazaba. No la quería.

Cuando el tiempo se acabó ya se hubo marchado, y todo quedó en silencio entre los dos amigos. Conocidos. Qué más daba lo que fueran.

El juego está a punto de comenzar. El límite de tiempo es de 20 minutos.

—Espero que no te equivocaras en elegir ubicación, Chishiya.

Que empiece el juego. El cazador en marcha.

La cuenta atrás comenzó. Los dígitos ya cambiaban, restándose. Sonó una música, algo parecido a un despertador militar, por los altavoces. El dejó ver formó una sonrisa. Realmente estaba disfrutando de todo aquello. Escucharon el sonido del ascensor subiendo, y al cabo de unos largos segundos, la campana que daba en claro que el elevador acababa de alcanzar la planta seleccionada. Todo fue tenso, sigiloso.

Y de pronto, ya no. Unos disparos retumbaron en la zona. El corazón se encogió en su pecho, y lo único que podía sentir era la forma tan brusca en la que le latía, golpeándole las paredes. El cazador iba armado. Aquello era mucho más peligroso que cualquiera de los otros dos juegos en los que había participado. Las ganas de salir corriendo a por su hermano pequeño aparecieron nuevamente.

Y otra vez disparos, seguidos de los gritos de dos voces que conocía. Asomó más su tronco sobre el muro para poder ver dónde se encontraban y sintió la presión de su cabeza aumentar por la cantidad de pensamientos malos que la inundaban. Se estaba ahogando en sí misma.

Planta tres. Allí los vio. Acababan de bajar tres pisos corriendo. El aire retenido escapó en un suspiro de alivio. Aún así, no era suficiente. Arisu enganchó del brazo a su amigo y tiró de él hacia uno de los huecos entre puerta y contador del pasillo. Se pegaron el uno al otro, y quiso gritarles que no se quedaran ahí parados, pero el peligris captó sus intenciones y estirando el brazo frente a ella, la detuvo.

hangover ; chishiya shuntaroWhere stories live. Discover now