Capítulo 1.

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De manera insegura unos ojos azabaches buscaban adaptarse a la luz del sol mañanero que cegaba su vista. El viento fresco que entraba por su ventana aquella mañana lo alertó de que un día nuevo había comenzado.

"¡Baja hijo, se te está haciendo tarde y debes desayunar e ir a la secundaria!"

Una voz femenina y adulta exclamó desde cierta lejanía, un piso a bajo según daba entender la percepción.

El muchacho se sentó en su cama, tenía el torso desnudo denotando un gran físico entrenado, pero sin caer en lo exagerado. Acarició su extraño cabello en puntas unos segundos y suspiró con tranquilidad.

-¡Ya bajo abuelita! -exclamó con tono juvenil y alegría y de un salto se puso de pie.

Su habitación no era grande, tenía lo justo y necesario y es lo que podían solventar con aquella señora que hacía de figura materna para él.

Rápidamente arregló su cama y posteriormente salió de su habitación algo apresurado tras ver la hora en su teléfono que mostraba unas cuantas grietas por los tantos golpes recibidos por culpa de su dueño.

-¡Oh rayos! Me va a matar por atrasarme -se dijo con preocupación vistiendo como podía su uniforme el cual era un pantalón negro con una chaqueta del mismo color con dos botones dorados en sus puños sobre una camiseta blanca con zapatos negros.

Bajo por un estrecho pasillo con escaleras para llegar al piso de abajo donde se encontró con una mujer mayor, de unos 60 años, canas entre sus pocos cabellos castaños, baja de unos 1.54 cms comparada a los 1.75 del chico.

-Jejeje, ¿te preocupa tu amiga? -preguntó la mujer sonriendo con ternura acercándose a su nieto que metía como podía la comida dentro de su hinchada boca.

-Achi ezz abuedita -respondió con pocos modales siendo acariciado por la anciana quien reía por el comportamiento de su nieto.

Posteriormente la abuela sostuvo la cabeza del chico y lo bajó hasta su altura y le dio un pequeño beso en la frente.

-Cuidate Goku y mándale saludos, ¿sí? Iré a abrir la tienda -ella se despidió del mencionado Goku mientras caminaba hacia una puerta la cual desprendía un cálido y suave aroma a tostado que a cualquiera encantaría.

-¡Sí abuela! Cuando vuelva te ayudaré con la tienda. Te aseguro que esta vez venderemos todos los panes jejeje -Goku habló con alegría y confianza levantando el pulgar teniendo su rostro repleto de migas.

-Confío que sí -ella finalizó y entró por la puerta visualizando a su nieto con sus ojos negros por última vez antes de comenzar a trabajar.

El muchacho se dirigió hacía el fondo de la habitación donde se hallaba otra puerta la cual abrió y de la que sacó una bicicleta de las antiguas la cual tenía un cesto en su frente y otro asiento para un acompañante. la misma solía usarla para entregar pedidos de panes por la ciudad, era bastante reconocido por eso.

-Es hora de irnos, kinto -dijo divertido por el nombre que su abuelo le había puesto a su bici ya hace bastante tiempo cuando se lo entregó.

El mismo hacía referencia a que Goku se asemejaba por alguna razón al mítico Sung Wukong, segun sus dos abuelis, y que este, al ser su vehículo no podía tener otro nombre que no sea el de la legendaria nube de aquel mono.

Rápidamente salió de su hogar y montó su kinto comenzando a pedalear a gran velocidad mientras era saludado por la gente que lo veía. Madres con hijos, hombres vestidos para sus trabajos, mercaderes que se dirigían a sus locales y muchos quienes conocían a la familia Son.

Tras varios minutos arribó un asfalto bien hecho llegando hasta la entrada de una gran casa que fácilmente se podría catalogar como mansión con altas murallas y portones gruesos de un acero pesado y resistente, bien cuidado al igual que el poco jardín que se podía ver, aunque Goku conocía bien ese lugar, había entrado ya varias veces.

SupervivienteWhere stories live. Discover now