#4 Salir de la habitación

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Habían llegado al hotel y Elizabeth no se había despertado, Leo la llevó hasta el cuarto en el que se quedaba y la arropó en su cama. La niña se notaba cansada y tenía moretones por sus brazos, en el tópico le habían puesto unas cremas para eso pero prefirió no hablar de eso con la menor.

Salió de su habitación a tomar aire y se encontró con Emiliano pasando por ahí.

Dibu: Leo, te quería preguntar algo sobre la niña. Es que, te quería preguntar si la has olido bien.

Leo: ¿Qué?-- Oler a alguien muy cerca era algo casi irrespetuoso y solo se hacía cuando las personas eran cercanas.-- No lo he hecho, sería una falta, ¿por qué?

Dibu: Bue, usualmente los padres combinan sus olores y dejan un poco en sus hijos, de esa manera son más fáciles de ubicar y les dan seguridad. Cuando son unos bebés prácticamente los cubren con su olor, pero los papás siempre hacemos eso cuando los vemos, sin importar su edad. Cuando Elizabeth pasó por mi lado solo pude oler margaritas como su olor principal, pero tal vez si la huelen más de cerca puedan saber el aroma de los padres.

Leo: Gracias por decírmelo, le pediré permiso después. Está algo cansada.-- Emi asintió ligeramente y se fue. Él era un padre muy protector con sus cachorros y su omega también, si sus pequeños se perdían bastaba con oler un poco por el lugar y sabrían ubicarlos. Las feromonas de los niños eran débiles la mayoría de las veces, así que era una forma de protegerlos.

Lionel pensaba en que la niña no le había dicho mucho sobre sus padres, necesitaba ubicarlos y asegurarse de que no eran una amenaza como sentía. Suspiró frustrado. Quería protegerla y no entendía porque.

Decidió bajar al comedor y probar un poco de lo que tenían así que dejó una nota en la mesa de noche al lado de su cama.

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Eli se despertó en una habitación con apenas una bombilla prendida, no se pudo ni empezar a preocupar cuando el dulce olor a mate se coló en sus fosas nasales. Recordó todo lo que pasó y se regañaba internamente porque cayó en cuenta de tres cosas:

Estaba en Qatar a miles de kilómetros lejos de su casa.

Estaba en Qatar donde casi ninguna ley la protege.

Su padre la mataría en cuanto la viese.

Ahora, ¿Cómo solucionaría esto? Ni idea, pero tenía hambre. La notita que le dejaron decía que iba a comer y quería un poco. En su casa podía casi que moverse de un lado para el otro mientras hacía sus deberes, salir afuera de ella era otra cosa. Se paró y paseó un poco por la habitación, algo le llamó la atención; una casaca azul deportiva, olía a mate fuertemente. No pudo evitar acercarse a la cara y oler un poco ese dulce mate más intensificado, se la puso sintiéndose segura casi inmediatamente y salió del cuarto.

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La omega se empezaba a cuestionar si había sido buena idea, últimamente no pensaba bien sus decisiones. Usualmente solo obedecía lo que le pedían, soportaba las cosas malas y dormía.

Estaba algo... ¿perdida? En su justificación era un gran hotel, con más de 200 habitaciones y habían demasiadas personas. No vio ninguna cara de las del bus y las pocas personas con las que se topó la miraban raro.

Bajó unos pisos más, siempre por las escaleras de emergencia, los ascensores le daban pánico (no por claustrofobia, sino miedo a que se caigan). Olió algo: feromonas fuertes; alfas.

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Guillermo e Hirving iban subiendo las escaleras corriendo, empujándose mientras peleaban para ver quién llegaba primero al último piso y pagaba la comida. Eso hasta que el arquero se tropezó.

Lozano: JASJJAJAS ¡POR MAMON! Tu dijiste que pagabas pendejo, eso te pasa por no querer cumplir.

Memo: Hijo de... ¡Cállate ya!-- El chucky simplemente no podía parar de reír, Guillermo casi se volaba los dientes contra el escalón. Guillermo se paró y caminaron afuera para bajar por el ascensor. Apenas dio unos pasos y se detuvo en seco; olía ligeramente a mate, Lionel. El aroma disminuía.-- Oye Hirving, vete adelantando a pedir la comida. Ahora bajo.

Lozano: Ah, no. Eso sí que no, yo se que a veces tengo cara de menso, pero no voy a caer en-

Memo: Toma y lárgate.- Le dio unos billetes y empezó a correr tratando de seguir el aroma.

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Sentía que la perseguían, tal vez ese alfa creyó que había escuchado algo y le pegaría, empezó a correr lo más veloz posible pero aun así escuchaba pasos detrás suyo.

Estaba desesperada y se tropezó con sus propios pies, se hizo bolita tratando de cubrirse con sus manos.

Memo: ¡Dios santo! ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? ¿Te asusté?-- Guillermo sabía que perseguirla estuvo mal, pero tenía demasiada curiosidad. La niña olía a margaritas y a ese omega que tenía a sus pies desde el 2010.-- Perdóname, no era mi intención espantarte. ¿Estas perdida?-- La omega asintió insegura.

Eli: ¿Conoce al señor Leo y Alexis? Son un omega dominante y beta.

Memo: Sí, son argentinos, ¿no?

Eli: Sí, ellos mismos.

Memo: Okey, sé donde está su equipo. Los vi bajando a comer. ¿Te guio?-- Elizabeth no sabía si aceptar, ese alfa podría intentar algo, pero no sabia como llegar donde el omega. Asintió y siguió a ese señor desde un poco atrás.

Mientras tanto Ochoa tenía muchas dudas: ¿Era la hija de Lionel? No podía ser, porque hace tres años no tenía ningún cachorro y ella se veía como de 12, ¿Y si era la hija de la pareja de Leo? Le pesaba la idea de Messi saliendo con alguien más, dolía imaginarlo besándose con otro alfa, sufría tan solo pensando que podía tener una familia con alguien que no era él. Se sintió egoísta, si Leo era feliz él no se entrometería.

En cuanto el ascensor se cerró pudo notar la incomodidad de la menor (además de un poco de temor reflejado en su rostro) y la verdad él también se sentía un poco así.

Lo que ninguno de los dos sabía es que la decisión de Elizabeth de salir de la habitación causaría un gran cambio en sus vidas.

El cachorro que nos unió [Messichoa]Where stories live. Discover now