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En la casa de los Naravit había una gran pelea, no tan grande o escandalosa, pero sí acalorada

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En la casa de los Naravit había una gran pelea, no tan grande o escandalosa, pero sí acalorada.

—¡No lo voy a aceptar!— exclamó el padre de Pond mientras su esposa estaba en la esquina de la sala encogida.

—¡Vamos, estás actuando como un niño mimado!— grito de pronto el abuelo, quien tenía el ceño fruncido— ¡Nosotros no te criamos así!

Su pelea llevaba un buen tiempo en escena y la señora Naravit estaba agotada, su estómago dolía.

En este punto, Pond comenzaba a preocuparse, así que sostuvo fuertemente una de las manos temblorosas de su madre mientras la veía retorcerse.

—¡Basta! ¡No puedo! N-no puedo— dijo apenas en un hilo de voz la mamá de Pond.

Todos guardaron silencio mientras la veian retorcerse del dolor sobre el sofá.

Su voz ya salía un poco ronca y no dejaba de sostener su estómago, incluso algunas lágrimas recorrían sus mejillas mientras trataba de recuperar la respiración.

—Dios, detengan esto de una buena vez— espeto, su voz salió entre cortada.

A la mujer le resultaba difícil hablar, sin embargo, no podía parar el ataque de risa que estaba sufriendo, por qué vamos, era muy divertido ver cómo la cara de su hijo se descomponía mientras la veía con divertida preocupación.

La cara de todos en la sala estaba roja, pero la de ella estaba peor.

Entre todos los Naravit, ella era la más propensa a sufrir un ataque de risa.

—¡Les dije que era mala idea jugar Monopoly!— exclamó Pond viendo con represión a su familia.

Todos comenzaron a reír.

En realidad estaban peleando porque el señor Naravit había cometido fraude de la mano del abuelo y ambos habían logrado quedarse con muchas propiedades.

La abuela denunció aquel fraude y todos comenzaron a pelear de una manera tan ridícula que la mamá de Pond no pudo evitar soltar pequeñas risas.

Pequeñas que poco a poco comenzaron a incrementar hasta que se convirtió en un verdadero ataque.

No obstante, debido a que todos peleaban como si no hubiera fin, nadie lo había notado entre tanto ruido.

—¡Rápido, háganle un té de limón con miel!— grito el abuelo al ver cómo la voz de su nuera salía un poco antinatural.

—¡Pond, pon agua a hervir!

Mientras el señor Naravit sobaba la espalda de su esposa en busca de que está recuperara el aire perdido, su hijo deshacía la cocina en busca de una taza apta para hervir un poco de agua.

La abuela buscaba la miel, aparentemente todo en la casa había desaparecido mágicamente.

Cuando el té estuvo listo, la señora Naravit lo tomo sintiendo como la miel acariciaba su garganta reseca, la mujer realmente odiaba sus ataques de risa.

—Fue un día largo, estoy cansada— dijo la abuela cuando todo estuvo en orden en la casa.

—Pero nosotros ganamos la partida, ¿Verdad?— pregunta el abuelo señalandose a él y a su hijo respectivamente.

—¡Por supuesto que no tramposos!— exclamó la abuela dando rienda suelta a una nueva discusión.

—¡Por supuesto que no tramposos!— exclamó la abuela dando rienda suelta a una nueva discusión

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kisses on ur cherry lips ; pondphuwinWhere stories live. Discover now