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Phuwin estaba muy emocionado, pues ese día iría a ver una película con su mamá y con la familia de Pond.
En realidad no sabía que película verían, y eso era lo de menos, pues lo único que le importaba al pequeño era compartir un buen tiempo de calidad junto a las personas que más quiere en el mundo.
Fue fácil decidir el día y la hora, la señora Tangsakyuen se había encargado de prestar su camioneta para que todos pudieran ir juntos.
Y cuando llegaron al centro comercial, la emoción de Phuwin subió hasta el tope, lo cual no era una sorpresa, ya que nunca había ido al cine con el menor de los Naravit, y aunque siempre veían películas en la casa de alguna de las dos familias, ir al cine era una experiencia completamente diferente.
—¿Crees que la película le guste a Phu?— pregunta la mamá de Pond a la otra mujer.
A lo lejos, cientos de voces llenan el centro comercial y un clima frío se cuela por las entradas.
—¿Porqué lo preguntas?— cuestiona la señora Tangsakyuen viendo cómo Pond y Phuwin caminan de la mano viendo que otras películas están en cartelera.
—Bueno, es que a mí hijo le gustan mucho las películas de superhéroes y a Phuwin las películas de dibujos animados.
La mamá de Phuwin asiente lentamente, más que una respuesta, es un índice de que están pensando.
—No lo creo, cuando van a la casa sólo ven películas de superhéroes, en especial de un tal Spiderman.
La señora Naravit frunce un poco el entrecejo antes de denotar sopresa.
—Pero en nuestra casa sólo ven películas de Disney, la semana pasada vieron 101 Dálmatas... por cuarta vez.
Ambas mujeres se miran sorprendidas, es como si sus hijos compaginaran perfectamente, es decir, siempre intentaban complacer al otro.
—¡Rápido! ¡Ya va a empezar la película!— exclama Pond con emoción desde la entrada al cine dando pequeños brinquitos.
Suz mejillas sonrojadas debido a la emoción y sus ojos formando una media luna por la sonrisa en su boca.
Y junto a él estaba Phuwin, quien no podía dejar de mirarle con algo de admiración y un profundo cariño combinados, en su rostro también habían rastros de una tímida sonrisa.
Un poco lejos, la señora Tangsakyuen mira con ternura a su pequeño hijo, el menor definitivamente había encontrado a alguien especial, alguien que le hace feliz de una manera increíblemente pura y eso le hacía sentirse plena, aunque no puede evitar sentirse un poco asustada al mismo tiempo.
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