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—¡Mami, mami, mami!
Un Phuwin emocionado descendía las escaleras corriendo, bajando la velocidad solo un poco cuando vió el rostro preocupado de la mujer en la sala.
—¿Qué pasa, cariño? Te he dicho un sin fin de veces que no bajes corriendo las escaleras— reprendió enseguida la mujer.
—Sí mami, lo sé— responde el menor alargando la última vocal —¿Qué se celebra mañana?
La mujer mira a su hijo y retira solo un poco la computadora de sus piernas para atender por completo al pequeño Phuwin.
—¿Mañana?— el menor asiente de manera efusiva —Mañana es catorce de febrero, ¿Cierto?
Otro asentimiento acompañado de una gran sonrisa.
—Bueno, durante el catorce de febrero se celebra el día del amor y la amistad, ya sabes, por eso hay muchos corazones y bebés desnudos con alas y arcos por todos lados.
—¿Y qué se hace en este día?
—Corazón, ¿Por qué preguntas eso?— cuestiona la señora entrecerrando los ojos.
Vió a su pequeño mirando rápidamente por la ventana, hacia la casa de enfrente y entonces lo supo.
—Te recuerdo, jovencito, que apenas tienes ocho años— dice la señora mirandole con una pequeña sonrisa en el rostro.
—¡No es lo que piensas mamá!— exclama Phuwin sonrojado —Sólo... sólo quiero darle algo lindo a Pond.
Al final de su frase, el pequeño Phuwin jugaba con sus deditos completamente apenado.
Un pequeño silencio se hizo presente en la casa, de repente al niño se le hizo súper entretenido mirar las rayas del suelo de madera y contarlas.
Sin embargo, el suspiro que salió de la boca de su mamá le trajo de vuelta a su realidad.
—Entonces, ¿Quieres que te lleve de compras?
La gran sonrisa y los repetidos asentimientos del pequeño Tangsakyuen fueron suficiente para indicarle a la mujer la respuesta.
Apagó su laptop y le indico a su pequeño ir por su bolso mientras ella organizaba el océano de papeles que tenía sobre la mesa de centro.
Después, ambos subieron al auto de la mujer para ir al centro comercial.
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—¡Mira ese oso mamá! ¡Es tan grande!— exclamó el niño mientras jalaba suavemente la mano de su mamá —¡Se parece mucho a Nara!
Ambos estaban en el centro comercial, dónde cientos de personas estaban reunidas yendo de un lugar a otro con miles de bolsas.
El capitalismo era terrible.
—Phu, debes escoger rápido porque debo volver al trabajo— aviso la señora cuando estuvieron metidos en la séptima tienda del día.
—No te preocupes mami, ya casi escojo algo— dijo el menor.
El pequeño iba caminando de la mano de su madre, miraba atentamente todo lo que podía ofrecer la tienda y al final, termino escogiendo un pequeño peluche de felpa con forma de zorrito.
Era un zorrito súper rellenito y suavecito.
También había tomado un paquetito de chocolates y una tarjeta que relleno con su mejor letra cuando llegó a su casa.
—Mira mami, ¿Puedes revisarla?
Nuevamente había interrumpido a su mamá, sin embargo, ella le atendía con absoluta paciencia, después de todo, Phuwin era su único hijo.
Y la persona que más quería.
—Déjame ver— la mujer tomo la tarjeta, pero en cuanto vió el esmero en la letra de su hijo, miro con sugerencia al pequeño.
Este solo ignoro la mirada de su mamá y se dedicó a beber su jugo de manzana.
La señora Tangsakyuen comenzó a leer la carta, deteniéndose solo para señalar algunas letras o palabras mal escritas, cuando hubo terminado le indico a su hijo que arreglar.
Y cuando terminó su trabajo, la mujer también le ayudo al pequeño a armar y arreglar el regalo que el pequeño le daría al hijo de los vecinos, se veía tan emocionado que la señora Tangsakyuen no pudo evitar sentirse igual de feliz.
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