Capítulo Veinticinco: Familia, Daniel es Ren...

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Así que ya os imaginaréis lo que pasó a continuación… Lidia nos mandó hacia la mansión y nos pidió que le aclaráramos el asunto. Llamó a los padres de Alex y a mi propio padre, quienes todavía dormían en sus respectivas habitaciones. Mi padre pasaba de todo, ¡si supiera lo que me estaba ocurriendo desde que su estupidez nos costó mi casa! Madre mía, un día se lo contaré todo y tendrá que pedirme perdón mil y un veces.

Como iba diciendo, Lidia empezaba a sospechar de qué hacía Ren en su casa y, encima, en esa situación y con Alex… así. ¿Qué estaría pensando en estos momentos? La hora llegó, Lidia decidió comenzar con el interrogatorio y yo me preparé para lo peor.

   —¿Y bien? ¿Qué ha pasado exactamente? —preguntó sin rodeos. Noté cómo Alex le dirigía una mirada suplicante a Daniel, quien lo ignoró para mi sorpresa. El simple hecho de compartir asiento con estos dos idiotas me estaba poniendo los pelos de punta, y es que, a uno lo odiaba por ser tan condenadamente traidor, y al otro lo odiaba porque… ¡me había intentado violar! Quería pegarles a los dos hasta que estuviera satisfecha, pero con el lamentable aspecto que tenían, casi me dio hasta risa. En fin, Daniel fue quien tomó la iniciativa.

   —¿No me reconoces, madre? —ella agrandó los ojos y por un momento creí que Lidia se dio cuenta, pero cuando abrió la boca suspiré resignada:

   —No sé de qué me habla. Solo lo he visto un par de veces en televisión y, ahora que ha maltratado a mi sobrino, solo puedo odiarle. —argumentó entrecerrando sus ojos azules.

   —¡¡¿Por qué os habéis pegado?!! ¿Es que algo no anda bien en la empresa? —preguntó Fran, el padre de Alex. Su madre, Almudena, se comía las uñas al mirar a su hijo tan magullado.

   —Soy Daniel, ¡maldita sea! —Lidia lo miró de nuevo con ojos calmados. Se acercó a él y le levantó la cabeza. Se miraron un instante con ojos analizadores y luego lo soltó con una exclamación. Fran y Almudena los miraron atónitos, sin creerse lo que estaba pasando.

   —Eres tú… ¿Daniel? —hizo una pausa para intentar tranquilizarse. Mi padre caminó junto a ella y apoyó su brazo en su cintura para que ella no se cayera al suelo de la impresión. Se había quedado más blanca que la leche y me dolió en el alma. Daniel estaba furioso, y parecía que no le importaba lo que su madre pensaba de él ahora que sabía su secreto. Es como si la odiara aun más y no sabía porque… —. ¿Por qué me has engañado tanto tiempo? —susurró apenas inaudiblemente.

   —Para que entendieras que nunca estuviste pendiente de mí, madre. Hasta tal punto que ni reconocerías a tu hijo sin un disfraz. —espetó alzando la voz. Lidia abrió la boca para luego cerrarla de inmediato. Eso había sido un golpe duro, sin duda, y yo empecé a entender los motivos de su odio hacia ella. Pero, por mucho que le hubiera dejado solo, ¡no podía odiarla tanto!

Entonces observé a Alex, el cual no tenía expresión en su rostro. Me mordí el labio inferior tratando de reflexionar sobre él. A ver, lo primero es que era gay, o al menos eso creo… Lo segundo es que algo tienen que ocultarme esos dos porque no es muy normal que Daniel comparara a su primo con “la zorra de Elisa”. Eso sin contar el repentino intento de alejarme de la situación de Daniel. Estaba claro que no querían decírmelo, pero tranquilos, yo misma lo averiguaría…

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora