30

366 66 5
                                    

Al parecer la madre de Seokjin había llamado temprano por la mañana, cuando Seokjin estaba todavía durmiendo. Debió haber sido descabelladamente temprano considerando que él se despertó al amanecer. ¿Es que su madre nunca dormía?

Básicamente ella estaba demandado el derecho a estar cerca de su hijo por el resto del embarazo. A Jungkook no le gustaba eso. A Seokjin tampoco.

―Por favor, dime que no está mudándose,— dijo Seokjin.

Pasó una hora antes de que Jungkook cambiara a su forma humana, y para entonces, Seokjin había encontrado el teléfono móvil roto. Jungkook estaba, en su mayoría, en control, pero parecía que el león todavía estaba dando vueltas a las cosas y no quería cambiar de nuevo. Quería continuar gruñendo y merodeando.

Jungkook había tomado rápidamente el control. Seokjin le necesitaba, así que apareció. Era siempre extraño observar un león cambiando a un hombre, o un hombre cambiando a león. Seokjin todavía se estaba acostumbrando a eso, pero luego, cuando Jungkook le explicó con reticencia el problema, Seokjin se sintió enfermo.

Casi tan enfermo como cuando se quedó embarazado. Tuvo que levantarse e inclinarse contra algunos arbustos del jardín. Él no vomitó, afortunadamente, pero las ganas estaban ahí, y eso fue suficiente.

Jungkook frotó su espalda.

—No, aunque ella lo exigió.

―¿Ella lo exigió?— Seokjin preguntó, totalmente desconcertado por la desfachatez, aunque suponía que no debería haber estado sorprendido.

―Ella mencionó algo sobre problemas con las facturas.

―Tú has estado pagando todas las facturas médicas de papá. ¿Por qué infiernos está teniendo problemas con ellas?— Seokjin preguntó. Su cabeza todavía se sentía caliente, y su estómago se revolvió.

Su madre quería estar cerca de él hasta que el bebé naciera. ¿Para qué? ¿Se sentía culpable por la manera que Seokjin dejó la casa? ¿O solo estaba buscando conseguir un poco más de dinero de Jungkook? ¿Qué es lo que quería?

Jungkook continuó frotando la espalda de Seokjin, diciéndole palabras calmantes, tratando de conseguir que se relajara. Estaba funcionando un poco, pero la cabeza de Seokjin todavía se sentía como si estuviera a punto de explotar.

―Ella no va a venir aquí. Puede hacer lo que quiera. Puede aparecer en la verja de fuera con sus maletas y no la dejaré entrar. No a menos que tú la quieras aquí.

―No quiero,— lo dijo tan agudamente como pudo considerando que todavía estaba luchando por no vomitar mientras se inclinaba sobre algunos bien recortados arbustos.

Parte de él sentía que estaba siendo un poco duro.

Era su madre, después de todo. Seokjin se había sentido culpable por no haber sido capaz de reconciliarse con su padre antes de su muerte, y ahora aquí estaba, flipando por el hecho de que su madre quería estar cerca de él.

Tal vez él quisiera mejorar las cosas, pero no si eso significaba tener a su madre viniendo a vivir con él o estando tan incómodamente cerca que ella estuviera colgando de él por el resto de su embarazo. Ya era suficiente estresante ser un chico embarazado y tener una vagina creciéndole, para rematar la fiesta.

―No vendrá aquí, entonces. Lo prometo.—dijo Jungkook.

Seokjin creyó esa promesa. A pesar de lo que ellos se habían hecho el uno al otro, de todo lo que Jungkook le había hecho, Seokjin confiaba mil veces más en él de lo que confiaba en su madre.

Seokjin tomó una profunda respiración. Un par de profundas respiraciones. Él se obligó a mantenerse de pie. Jungkook permanecía detrás de él como si estuviera listo para agarrarle en cualquier segundo que lo necesitara. Seokjin estaba agradecido por ello cuando miró al otro hombre. Él trató de sonreír, pero probablemente parecía más tenso que nada.

All mine Where stories live. Discover now