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Kim Seokjin estaba hambriento. Él tenía un huevo en su frigorífico, algo de lechuga marchita envasada, y un pico de pan en el congelador.

Con un poquito de aceite, él podía freír el huevo y hacerse un pequeño sándwich. Había algunos paquetes de sopa de fideos con pollo en su despensa.

Se suponía que eran raciones individuales, pero él había aprendido a estirar esas cosas para hacer dos raciones en vez de una.

Él tenía que hacer eso si quería algo para comer mañana. El debería ser capaz de añadirle algo de arroz para hacerlo más abundante, entonces él tendría, al menos, algunas calorías dentro de él.

Tuvo que aprender por las malas cómo hacer que el dinero y la comida duraran más tiempo. Algunas veces eso significaba comer cosas que hacía un día o dos que habían caducado, pero era aprovechable. Infiernos, él aprendió como hacer comidas bastante decentes con solo un dólar, gracias a ver videos de YouTube y leer cada blog que podía sobre estirar el dinero.

El problema era que él tenía cero dólares en su cuenta en este momento. Su tarjeta de crédito fue estirada al máximo, y ellos querían sus pagos mínimos, y cuando le dijo a la Sra. Earig que él no tenía su alquiler todavía, él estaba bastante seguro que ella iba a lanzar su culo fuera.

Seokjin suspiró, y luego alcanzó el huevo. Él preparó su sándwich en el quemador, después mezcló su sopa con agua caliente del hervidor. Él comió su sándwich y la aguada sopa con arroz, y al menos se sintió un poco mejor cuando terminó.

Deseaba que hubiera algo más que comer, pero no quería correr el riesgo de que no tuviera nada más que comer en los próximos días.

La televisión se había ido. Seokjin la vendió, por lo que estaba sentado enfrente de la ventana, mirando el cielo gris, y realmente deseando que no nevara.
Había llegado para alquilar su habitación bajo circunstancias menos que ideales. La Sra. Earig quería a alguien que pudiera pagar a tiempo, con efectivo, y ella no había pedido la renta del primer y último mes. Seokjin, desesperado como estaba, no había firmado ningún contrato de arrendamiento.

Ella podría tirarle fuera, incluso en la nieve, y no había ninguna maldita cosa que él pudiera hacer.
Él miró alrededor de su escasa habitación por algo que pudiera vender.

Fue fácil deshacerse de la TV, pero no había conseguido mucho porque los televisores usados eran una perra para vender. Los cincuenta dólares que consiguió por ella le habían parecido un salvavidas en ese momento.

Suficiente para aplacar a la Sra. Earig por otros cuantos días. Él sacaba toda su información de internet, de cualquier manera.

Él se había deshecho de su teléfono e intercambiando por uno barato prepago, y él cortó su línea de internet cuando se dio cuenta que podía usar el internet gratis del Starbucks al otro lado de la calle. Eso ayudaba con sus facturas, al menos.

Él tenía un reloj en su muñeca, pero había sido de su padre. La última cosa que él tenía desde que...

No quería pensar sobre eso. Era un Rolex de oro. Tal vez podía hacer algo con él, pero Dios. No quería desprenderse de él.

Lo peor fue cuando tuvo que deshacerse de su perro. Él amaba a Sam, y no había querido separarse de él.

Pero un Pastor Alemán era demasiado grande para un apartamento de soltero, demasiado dinero para alimentación, y fue solo durante las largas noches de insomnio, con Sam enroscado en la cama con él como el pequeño niño de papa que era, que Seokjin llegó a la conclusión de si él no podía alimentarse a sí mismo, ¿cómo podía alimentar a su perro?

All mine Where stories live. Discover now