We were enemies.

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En contra de las expectativas, de propios y extraños, Straizo había logrado lo impensable, quedarse dentro de la mansión Joestar, a pesar del claro desagrado de Jonathan y George al verlo.


Y sabiendo que su estadía podía ser temporal, se tomo la libertad de apreciar con sus propios ojos que todo lo que había escuchado durante sus años de universidad, era cierto. Incluso las descripciones más exageradas creadas en los labios del entrometido Speedwagon, apenas se comparaban con la riqueza que la familia Joestar poseía.


Solo a simple vista la mansión era enorme y prospera, con todas las necesidades y caprichos que la realeza podía tener a su disposición. Entre cimientos de plata y oro, muebles y decoraciones dignos de un palacio, y un número más que suficiente de sirvientes, que ayudaban a mantener en pie los muros de aquella mansión que sostenían la memoria de todo el legado ancestral al que Jonathan pertenecía.


Legado del que parecía renegar. O al menos era lo recordaba de sus años como estudiante. Pues distando de otros aristócratas, Jonathan era un joven de actitud amable, incluso con aquellos que lo ofendían, atento a escuchar y aprender cosas nuevas, orgulloso pero sin llegar a ser soberbio.


Mirando las cosas desde esa perspectiva, las razones que influenciaron su enemistad carecían de sentido en el presente. Pero era algo que Straizo podía aceptar con madurez, así como también podía asegurar que Jonathan seguía teniendo el mismo gran problema que lo hizo vulnerable en el pasado.


Era demasiado impulsivo cuando pretendía defender lo que creía correcto.


En este sentido se encontraban sus decisiones de vida, que a los ojos de la aristocracia eran inaceptables y escandalosas. Y también estaba su impía amistad con Robert Speedwagon.


Esta última era la más cuestionable, pues en su opinión, el Beta solo era un oportunista, aferrándose a Jonathan para tener lo único que el dinero no podía comprarle. Una buena posición social.


No era solo su opinión, había otros que pensaban como él. Esto lo llevo a recordar los rumores que se divulgaron por la universidad al respecto de la peculiar amistad entre Robert y Jonathan, pues la actitud del Beta cuando estaba cerca del heredero era más que fraternal. Afortunadamente solo eran rumores, y cuando se volvieron demasiado escandalosos, fueron silenciados por la familia real, bajo amenaza de un castigo severo a quienes continuaran hablando sandeces.


Al final, para Straizo todo era una gran ironía, porque tuvo que cometer un terrible error para darse cuenta de que tuvo otras oportunidades, una de ellas fue la de acercarse a Jonathan, y ocupar el lugar de Speedwagon, como su mejor amigo.


Desgraciadamente prefirió aferrarse a su amargura y resentimiento en contra de los Alfas.


Y por eso ahora su realidad era infame, como un cómplice obligado a cumplir un plan miserable y mezquino, que consistía en quitarle la vida a un inocente: Erina Pendleton, la prometida de Jonathan.


Y aunque se le había hecho la promesa de que no mancharía sus manos de sangre, el ser consciente de los hechos y no decirlo también era un crimen, uno que pesaría en su conciencia por siempre, como un pecado imborrable.

We'll Meet Again. [JJBA Jonadio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora