19. Derribo

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Lenguas de humo se arremolinaban acompañadas de un olor característico que secaba la garganta. Los hombres de Dan no daban abasto con la destrucción controlada. Gastaban explosivo plástico como las termitas devoran la madera, a pequeñas pero letales dosis. Conseguían penetrar en la estancia al tercer intento. Debían medir al milímetro para no dañar lo que andaban persiguiendo. Habían conseguido rastrear hasta la zona, pero llegados a ese punto habían perdido la señal. Estaba claro que era una zona de seguridad, por lo que venían preparados para afrontar los inconvenientes que pudieran presentarse a la hora de avanzar.

-Calicó 1 a Calicó 3: madriguera sin conejo -dijo un traje de asalto bajito pero robusto.

-Recibido, Calicó 1 -contestó su compañera, más alta pero igual de robusta.

-Calicó 2 ¿me recibes? -preguntó Calicó 1.

-Localizada vía de escape -confirmo Calicó 3- compatible con salida de basura de acero inoxidable, tamaño supra estándar- añadió.

-Calicó 1 a Calicó tribu, confirmad madriguera sin conejo en los vértices -ordenó el militar bajito al mando.

-Calicó 3 confirma -contestó la mujer oso.

-Calicó 2 ¿me copias? -siguió preguntando el director de la orquesta de petardos.

-Calicó 3 a Calicó 2 ¿me copias? -intentó ayudar aquella mujer grande como la muralla china.

Pero Calicó 2 estaba más concentrado en no perder la vida que en encontrar el transmisor perdido.

-Le vas a decir a tus compañeros que se te había caído el casco -le indicó Hunter a Calicó 2 de forma calmada, mientras una versión personalizada de una Magnum 500 S&W le dejaba marca en la sien.

Calicó 2 captó el mensaje con claridad, no hacía falta más explicación. Ambos eran militares, los aspavientos eran para los brabucones y los perritos ladradores. Entre alfas veteranos, la palabras se las llevaba el viento, la chulería se la comían las ratas en forma de cadáver y la ley la dictaba quien tenía la sartén por el mango. O la Magnum en tu sien.

-Radio de vuelta, aquí Calicó 2 -se oyó por fin en la conversación a tres bandas.

-Confirma ok -indicó Calicó 1.

Calicó 2 fue a hablar pero Hunter, que ahora estaba en cuclillas mirando de frente a Calicó 2, arqueó las cejas y puso cara de póker. Nayua contenía la respiración, el peligro podía olerse, saborearse, pero no había otra opción, imposible irse sin lo suyo.

-Sorbete de limón -dijo suspirando. Sabía que no podía dar el contracódigo que alertara a su equipo, Hunter lo pillaría al vuelo, no era de los que se engañaba, trabajaban en lo mismo, así que dijo el esperado.

-Recibido, Calicó 2 -dijo Calicó 1.

Cuando todo parecía haber encarrilado hacia un final feliz para Hunter, miró a Nayua y supo que algo iba mal: estaba roja, con los ojos llorosos y tapándose la boca con las dos manos.

Con un gesto como de cortar el cuello mientras amartillaba el revólver apuntando al entrecejo, Hunter indicó a Calicó 2 que cortara comunicación.

Empezó a resoplar, morada. A Hunter le pareció un ataque de pánico, Calicó 2 no sabía qué pasaba ni qué hacer, si aprovechar la distracción o no arriesgarse, no era gas, a él no le estaba afectando.

A Nayua, que ya no podía más, le entró hipo.

-Pero ¿qué...? -preguntó en voz alta Calicó.

-Juaaaaaaaaaaas, ¡hip! -soltó una carcajada imposible de evitar, de esas que ni las cataratas del Iguazú.

-¿Se puede saber qué demonios...? -intentó preguntar Hunter.

-¿Sorbete de limón? Really? Juaaaaaaas -siguió permitiendo que el ataque de risa peludo y orejón terminara por invadirlo todo.

-Por favor, qué daño a hecho a este mundo Harry Potter -añadió Hunter mientras negaba y le lanzaba una sudadera a la cabeza como una bala para que amortiguara el sonido de la risa.

-Juaaaaaaas -se oyó a Calicó 2, ajeno a todo lo que se estaba diciendo por desconocimiento, que se había dejado llevar por lo surrealista de la escena y la risa contagiosa del objetivo.

Mientras se masajeaba el entrecejo, sin ningún atisbo de herida en la vena de la risa por la histeria colectiva que inundaba el lugar, Hunter dijo:

-Qué larga se me está haciendo la existencia...

Mi sueño en tu bocaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant