TWENTY NINE

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CAPÍTULO VEINTINUEVE - ENAMORADO DE TÍ

Calista podía sentir sus ojos cerrados por el cansancio, había pasado todo el día escuchando a la Sra. Colson con respecto a los deberes de Duquesa, había muchas cosas que tenía que recordar, no podía creer que tenía estos deberes que asumir, siempre tan tranquilo y pacífico en casa, incluso en el campo. Quizás debería haber escuchado más. Se había vestido sola, con un vestido básico de tul rosa, después de todo estaba comiendo con su marido. La Sra. Colson le había dicho que era una mesa formal, con una ceja levantada cuando estuvo de acuerdo.

Se sentó, esperando a Simon, tomando un sorbo de agua para tratar de mantenerse despierta, pequeños suspiros salían de su boca. Haciendo un seguimiento de los sirvientes esparcidos por la habitación, si no tuviera tanta confianza como lo era, fácilmente se habría sentido en conflicto por los ojos que miraban, estaban intrigados por su nueva duquesa de Hastings, nunca habían oído hablar de ella antes de que llegaran. volver a la finca.

Llegó tarde pero no había necesidad de que ella se preocupara, era su primer día de regreso al trabajo haciendo Dios sabe qué, hizo un recordatorio mental para estar interesada en su trabajo.

–¿Estamos esperando a la realeza?– La confusión entrelazó su voz mientras bailaba el vals en la habitación, teniendo en cuenta el detalle de que una simple comida en su casa con su esposa no debería haber sido un gran gesto.

–Disculpe, Su excelencia. El difunto duque prefería una mesa forma–l. Un sirviente intervino, su padre habría sido uno de tener todo así, gracias a Dios que el bastardo estaba muerto, pensó para sí mismo.

Tarareó mientras pensaba mientras se sentaba, la gran mesa creaba montañas de espacio entre él y Calista. Ella se rió ante la necesidad de alzar la voz para que él pudiera oírla.

–El recorrido de la Sra. Colson hoy fue excepcional. Los jardines son encantadores, ¿no es así? Me encontré con ganas de sentarme con un picnic, ¿quizás puedas hacerme algo de fruta una vez y podemos sentarnos y disfrutar del clima? Recientemente nos hemos unido por la cadera y nuestra luna de miel ha terminado, pero la idea está ahí–. Ella sonrió, no había pensado en nada más que relajarse con Simon, su imaginación se volvió loca con la idea de que él comiera fruta, saboreando cada audaz sabor a fresas en su boca.

–Estás tan lejos, mi amor.

Se reían, sí, estaban lejos el uno para el otro. Recogió su plato y la bebida que había dejado mientras hablaba sobre su día. Los sirvientes fueron a ayudarla pero ella se negó, podía hacerlo ella misma, solo era comida. Simon agarró una silla de la esquina de la habitación y la colocó a su lado, queriendo tenerla cerca.

–Bueno, eso se remedia fácilmente–. Ella sonrió, viéndolo besar su mano con adoración. Ella prosperó con su toque, incluso el más leve.

–Pensé que podríamos redecorar algunas habitaciones. Odiaría cambiar cualquier cosa a la que estés apegado, así que por favor dímelo antes de comenzar.

–Puedes hacer lo que quieras, creo que esta casa merece una pequeña renovación y un toque de estilo calista. Si se parece en algo a tu gusto en ropa, estoy seguro de que seré fanático de tu trabajo–. Él la miró de arriba abajo, su pecho se desbordaba de su vestido mientras respiraba, demostrando que efectivamente tenía puesto un corsé. No era raro que ella tuviera uno puesto, pero era una delicia absolutamente pecaminosa para deleitar sus ojos.

No podía creer que ella lo hubiera elegido para el resto de ella con él. Nadie más.

–Tendré que hacer algunos viajes a Londres, necesito comprar algunos vestidos aquí y allá antes de los próximos eventos a los que estamos invitadas.

–Cualquier cosa por ti–. Él simplemente accedió, deseándola feliz en todo momento. Adoraba todo sobre ella, incluso su moda extrovertida que esperaba que continuara.

Notó que algunos bostezos salían de su boca mientras intentaba contarle una historia pero no podía hacerlo sin sonar soñolienta.

–Parece que alguien ha tenido un día muy ocupado. Ven, amor. Vamos a la cama–. Se puso de pie y tomó sus manos con suavidad, mientras ella le permitía levantarla al estilo nupcial por los pasillos, demasiado exhausto para sentirse avergonzado.

–Te amo–, murmuró ella, apoyando la cabeza en su ancho hombro, sonriendo para sí misma. Estaría mintiendo si se hubiera sentido abrumada en su nueva vida como Duquesa, sería una tontería suponer que se instalaría de inmediato.

Una semana más tarde, ella estaba empezando a entender las cosas. Se encontró redecorando el salón más cercano a su dormitorio compartido, queriendo que se viera lo más tranquilo posible. Sin colores atrevidos ni oscuros. Tan blanco como ella hubiera querido que fuera, para no distraerse.

Estaba preparada en los escalones, con las piernas muy abiertas y el rostro de su marido entre los muslos. Su cálida lengua lamió sus dulces jugos, mostrando su dedicación a ella mientras sostenía una de sus manos con excitación en ciernes. La vista fue suficiente para hacerla orar durante días si era religiosa. Ella solo estaría de rodillas para complacer a Simon. Trató de guardar silencio, su corazón latía con fuerza en su pecho mientras Simon lamía en su centro, deteniendo sus movimientos por completo antes de que ella dejara escapar un gemido de frustración.

–¿Me quieres?– Preguntó, su cabeza saliendo de debajo de su vestido, lamiendo sus labios. Se puso de pie, se arrodilló en su lugar anterior y ahuecó su sexo, haciéndola gemir. Ella lo quería todo. Nunca pensó que Simon Bassett sería un Dios absoluto, sabía que tenía experiencia, pero nunca pensó que sería tan bueno. Ella asintió, manteniendo los ojos cerrados por un segundo para recuperar la compostura sin éxito.

Ella estaba necesitada; necesitada de que él la folle sin sentido; necesitada de sentirlo todo.

CALISTA - TRADUCCIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora