Nineteen.

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La esperada y muy preparada boda. Por fin había llegado el gran día y sería el momento más feliz de toda su... No pudo seguir mintiéndose.

Suspiró pesadamente. Realmente esperaba sentir cierta emoción de felicidad al llegar el momento, pero sabía que no estaba metido en ello. Por el contrario, se encontraba más irritado que de costumbre, solo quería arrancar, correr, golpear algo, liberarse de esa cosa fea que se agarró de su pecho y no podía desaparecer. Pero le había dado su palabra a Ryujin, fue él y solo él quien le pidió matrimonio y no la iba a dejar sola, definitivamente no podía.

A pasos lentos agarró el corbatín que estaba sobre la cama, a pasos lentos se dirigió hacia el espejo para abotonar el traje blanco. Se miró una y otra vez pero no lograba encontrar que se veía bien. Acercó su rostro y pudo notar las ojeras que intentó tapar con un poco de maquillaje. No había podido dormir bien, quizás no quería admitirlo en voz alta, pero con solo mirar su rostro se podía notar lo mucho que había llorado. Como nunca había llorado en su vida por algo o alguien. Como pasó la noche llorando por Hyunjin.

Una ligera melodía sonó de un reloj pequeño que al apagar quiso tirar contra la pared. Ya era la hora. Se observó una última vez en el espejo antes de salir al altar. Recorrió la habitación y se acercó a una mesa pequeña donde estaba su billetera, la abrió y observó una foto que tenía de hace mucho tiempo. Donde salían ambos sonriendo mientras Hyunjin tenía helado en la nariz.

Susurró con pesar.

—Te amo, espero que nunca lo olvides— Guardó la foto y dejó la billetera dentro de un mueble.

Salió por un pasillo enorme sin despegar la mirada de sus zapatos que estaban brillando, la ligera brisa movió un poco su cabello por culpa de las ventanas abiertas. Se asustó cuando una cortina casi le pega en la cara, se detuvo un momento, mirando hacia donde el bosque se encontraba. Apretó fuerte el puño cuando notó que era donde había conversado con Hyunjin.

Mordió su labio y siguió su camino. No valía la pena ponerse a pensar en ello cuando solo faltaba cruzar una puerta para sellar su destino.

Ya parado en el altar se sentía sumamente nervioso, intranquilo, lo único que quería era salir corriendo en busca de Hyunjin, pero no puede hacerlo, no debe siquiera pensarlo. Contuvo la respiración en el momento que abrieron la puerta principal, pudo sentir el momento exacto en el que su corazón se detuvo para volver a latir desordenadamente con miedo. Una persona sumamente espectacular estaba avanzando hacia él, y realmente la admiró.

Se veía bella pero no lograba encontrar la felicidad en su interior. A medida que se acercaba solo podía sentir como sus nervios lo consumían y como su corazón no paraba de palpitar frenéticamente, amenazando su vida con una taquicardia severa. Buscó con la mirada los anillos que había mandado a comprar para poder distraerse en algo y no desmayarse, pero no los vio en ninguna parte aunque se suponía que deberían estar ahí.

Cuando Ryujin llegó a su lado, se paró frente a Minho que solo alcanzó a fingir una sonrisa. Ella estaba con el velo aun cubriendo su rostro.

Las manos de Minho temblaban e intentó controlarlas pero se le hizo imposible. Miró al publico que estaba presente. Todos con cara sonrientes y sacando fotos. Atentos, ellos querían que lo hiciera, podía ver en sus miradas que ya era hora de que se lo quitara. Deseo que le contagiaran un poco de esa felicidad y emoción que todos irradiaban. Con seguridad fingida tomó la punta del velo y lo levantó.

—Hyun... Hyun... Hyun... Hyun... —No podía articular palabra.

No podía creerlo, era él.

Se veía hermoso.

Tu anillo no sale de mi dedo 「 Minjin 」Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon