Twelve.

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Las manos de Hyunjin temblaban, quizás ya ni sentía el flujo sanguíneo. La lluvia no daba tregua y el viento cada vez era más fuerte. Minho lo cubrió con su abrigo, quedando ambos protegidos y muy apegados. Quizás mucho más del necesario.

La incomodidad física se estaba haciendo presente, así que como Minho estaba sentado de forma estable no encontró otra solución más que sentar a Hyunjin en sus piernas. Hyunjin se sonrojo, le avergonzaba ese gesto cuando su trasero había sido ultrajado en una posición sugerentemente parecida.

Hyunjin se decía a gritos que olvidara lo que sucedió, que solo habían follado. Que no se imaginara un futuro que estaba destinado a fracasar, pero su corazón amablemente le recordaba que Minho era su primer amor, su primera vez. Alguien importante. Aunque quisiera agarrar una almohada y llorar hasta terminar con ese sentimiento no podía, no funcionaba de esa manera. Cansado de luchar consigo se apoyó en el pecho de Minho para buscar calor.

Minho comenzó a oler su cabello. Era el mismo de siempre, pero ahora era más fuerte. Quizás por la humedad. Sin pensarlo, lo abrazó más fuerte. Era culpa del frío, nada más.

Ambos se pusieron de pie rápidamente cuando vieron que un taxi se asomaba a lo lejos, con el letrero de libre encendido. Rápidamente lo hicieron detener para subir prácticamente empapados. Hyunjin que tenía mucho sueño apenas tocó el asiento cayó rendido en el hombro de Minho quien solo lo dejo, mientras se dedicaba a mirar la ventana con avidez. Hablándole al conductor cuando este le preguntaba algo.

Hyunjin saltó en el sueño, murmurando algo que Minho no logró entender. No podía explicar porque sonreía cuando lo miraba o como tenía la necesidad extrema de cuidarlo. Cuando sabía que tenía que poner distancia para no confundir las cosas.

Minho salió de su ensimismamiento cuando el conductor le comentó que ya estaban en la calle y que necesitaba que le dijeran dónde parar. No era muy lejos, así que rápidamente sacó dinero de su billetera y tomó a Hyunjin con cuidado, al estilo príncipe, quien no despertó para objetar. La casa de Hyunjin consistía en un hermoso jardín donde la reja no tenía llave. Apenas llegó a la puerta se le presentaron dificultades, esperaba que no estuviera con seguro. Apoyo a Hyunjin en el piso, mientras este se sujetaba con fuerza de su cuello, y abrió con la manija, tomando rápidamente a un Hyunjin que comenzaba a deslizarse.

—Eres un bebé.

Hyunjin se removió con el ceño fruncido pero no hizo más. Le sacó la ropa para que se sintiera más cómodo, buscando el pijama que se encontraba bajo su almohada. Suspiró con fuerza cuando pensó en lo negativo de la situación, pero se dijo que dejara de ser un imbécil y lo vistiera rápido antes de que se enfermara por su culpa. Intentó no mirar y se concentró. Después de arrullarlo en su cama con las sábanas y las frazadas, se fue al sillón, adormilado. Encendió el televisor por si encontraba algo interesante, pero morfeo lo fue a buscar al instante.

𖥸

—Minho despierta.

—No quiero, tengo sueño—Minho murmuro molestó, quería descansar.

Una voz molesta se hizo presente.

—No te comportes como un niño, que hace rato no lo eres. Te agradezco que ayer hicieras esto —Apuntó su ropa, avergonzado— Pero ya hice el desayuno y espero que te levantes.

—¿Me agradeces lo de ayer? ¿Lo de hacerte el amor? No tienes porque agradecer cuando ambos... —Minho abrió los ojos rápidamente cuando noto una respiración exagerada en Hyunjin. Tenía que olvidar, pero su sueño vivido no había querido que lo hiciera, recordandole muchas veces lo que hizo y las que quisiera hacer en un futuro imposible. Era un completo idiota.

Hyunjin se recompuso rápidamente.

—Gracias por lo de ayer. Me refiero a traerme a casa y ponerme el pijama— Su tono de voz era cortante.

Minho lo tomó de la mano cuando estaba caminando hacia la cocina

—Perdón. No tienes que agradecer nada. Soy tu mejor amigo, es lo mínimo que puedo hacer.

Hyunjin asintió. Minho se odio. No era hacer el amor, habían follado y eso lo tenía que tener claro.

Apenas Minho terminó el desayuno, se despidió de Hyunjin para dirigirse a su casa. Su ánimo no era el peor, y eso lo estaba matando. Debería sentirse mal, culpable. Verificó su celular en el bolsillo y notó que estaba apagado. Tampoco quería encender. Apenas entró busco el cargador y lo enchufó. Los mensajes y llamadas perdidas fueron los primeros en ser notificados. Una llamada entrante.

—¿Ryujin? ¿Llamaste a casa? No estaba aquí. Si sé que lo notaste pero no... En casa de Hyunjin. ¿Cómo? Si, llegué recién pero... ¿Cómo que ya te vienes? Estoy feliz, pero no está nada limpio... No se me había olvidado que era pronto ¿pero hoy?— Minho observó para todos lados, estaba hecho un lío. —Te espero.

Minho saltó a lavar los platos y verificó que en el refrigerador hubiese algo que comer. No había. Rápidamente tomó las llaves y su billetera para ir al supermercado más cercano. Con las bolsas a rastras, las mismas que dejó en la cocina, se dirigió a bañar. Cuando se miró en el espejo casi le dio un infarto por la sorpresa. Los rasguños se notaban mucho y en su cuello habían manchas que causarían sospechas por la procedencia. No tenía tiempo para preocuparse. Se vistió lo mejor que pudo y tiró lo usado a la lavadora. Observó que empezará a girar antes de recostarse en la silla para descansar.

Ryujin llegó al rato después, con tres bolsos enormes y una maleta con rueda que apenas se movía. Sonrió con ganas y cuando ella saltó para saludarlo, Minho la tomó con fuerza para girarla. A ella no le pareció extraño que él la besara en la mejilla. Estaba feliz de verla, no de forma exagerada, solo se sentía bien.

—Pensé que no estarías para recibirme— Lo llevó a la cocina para que siguieran conversando, mientras ella ordenaba las bolsas del supermercado, dándole miradas exasperadas a Minho. Ella sonreía y el hombre que ella creía que tenía como prometido solo estaba pensando en algo que no debería pensar.

—Compras rápidas— Se sentó en una mesa con una manzana en la mano, que lanzaba hacia el aire.

—Como seré tu esposa, yo no estaré haciendo esto siempre. No seré tu empleada.

—Claro como el agua— Mordió la manzana, mientras miraba sus piernas.

—Antes de que se olvide mencionarlo— Ryujin se acercó hacia Minho, tocando su mejilla. —Lo he pensado desde hace tiempo y creo que te encantará la idea— Minho levantó una ceja, incitándola a continuar —Quiero que Hyunjin sea nuestro padrino de bodas.

—No— Minho fue cortante.

Ryujin tocó su mano pero este la apartó, no estaba comprendiendo.

—¿Por qué no?

—No creo que quiera— No podía hacerle eso. No quería eso. No era correcto.

—Sé que tú eres su mejor amigo. Él querrá. Confía en mí. Vamos hoy mismo a hablar con él. No he pensado en otra persona. Quiero que comparta con nosotros este momento especial.

—Apenas llegaste ¿Tan luego quieres visitarlo?

—Mientras antes sea, mucho mejor— Ryujin sonrió como nunca y se tomó de su brazo.

—¿Segura?

—Completamente.

Minho ya no tenía como objetar. Si algo se le metía en la cabeza no había manera de quitárselo. Su pecho dolió. Y el anillo nunca le había molestado tanto como ahora.

Tu anillo no sale de mi dedo 「 Minjin 」حيث تعيش القصص. اكتشف الآن