26: Un buen jefe de cocina

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Desde esa mañana, Tim tuvo un mal presentimiento.

Todo iba demasiado bien, las cosas salían como él quería. Era feliz... demasiado feliz. Y si la vida le había enseñado algo en esos veintiséis años, era que cuando todo parecía ir viento en popa, la realidad se preparaba para darle una bofetada.

Había aprendido a lidiar con esos pensamientos, los relegaba a un rincón de su mente hasta que se olvidaba y sentía el peligro pasar. Sin embargo, ese día sería su séptimo desafío en America's Pro Chef, y la sensación de que algo saldría terriblemente mal no hacía más que acrecentarse.

Pese a que había ganado el reto anterior, Tim no podía deshacerse del sentimiento de que cada vez estaba más cerca de la eliminación. Y esa mañana, casi como si fuera un cruel déjà vu, los llevaron de paseo por Los Ángeles.

Durante el trayecto, casi pudo jurar que los estaban dirigiendo otra vez al Providence. Recordaba las palabras de Naoko, esa terrible noche en que decidió traicionar a Amanda para ayudarla. El desafío por equipos no había terminado, y luego de eso, los aguardaba una doble eliminación.

Cuando ya todos en la camioneta avistaban el famoso restaurante donde tuvieron su desafío anterior, la van pasó de largo y dio una inesperada vuelta a la derecha.

―¿A dónde se supone que vamos? ―dijo Alessandro, ya inquieto en su asiento.

Un zumbido general recorrió toda la camioneta, mientras todo lo que veían era una extensión de campos de golf.

Oh, no, pensó Tim. Un club de campo no.

Efectivamente, la van se enfiló a la entrada de nada más y nada menos que el Wilshire Contry Club, uno de los clubes de campo más importantes y antiguos de la ciudad.

Si había algo que Tim soportaba menos que la gente, era la gente pretenciosa que frecuentaba lugares así.

La entrada del Wilshire estaba franqueada por jardines bien cuidados, empleados de uniformes impolutos y socios que miraron la van negra con interés y suspicacia.

―Mira nada más como nos ven esos ricachones ―comentó Monique con desdén.

Tim concordaba con ella, pero prefirió no comentar nada. Estaba demasiado nervioso para hablar.

La van cruzó el club de campo, las canchas de tenis y buena parte de los hoyos de golf, hasta que por fin aparcó en una gran carpa blanca que no podía augurarles nada bueno. A un lado, entre paneles de madera, se distinguían unas elegantes mesas de restaurante. ¿Qué es lo que tenían preparados los jueces?

Descendieron de la camioneta, ansiosos, mirando a todos lados. A Tim al menos le reconfortó saber que, por primera vez, sus compañeros se sentían tan fuera de lugar como él.

Se adentraron en la carpa blanca por indicación de un asistente de producción. Dentro, como ya lo suponía Tim, los esperaban los tres jueces. Y tras ellos, una cortina blanca que no dejaba ver nada más.

―Queridos concursantes, como siempre es un placer verlos ―les dio la bienvenida el chef Yeon―. Hoy, los socios del club Wilshire nos otorgaron el espacio para la segunda parte de nuestro desafío por equipos.

―Como bien saben, la idea de este desafío es mostrar cómo pueden trabajar en equipo, y si al hacerlo pueden crear platillos excepcionales ―añadió la chef Reyes.

―Los tres queremos felicitarlos por su desempeño del reto anterior, hasta ahora el mejor que hemos tenido en el concurso ―les dijo el chef Solaire.

Sus felicitaciones provocaron una ola de aplausos entre los competidores. Hasta Tim tenía que admitir que su plato anterior fue de lo mejor que había cocinado hasta entonces.

Amor y Wasabi [TERMINADA]Where stories live. Discover now