14: Solo será una cena

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Preparar un plato digno de estrellas Michelín frente a tres jueces implacables y sabiendo que te verían en televisión millones de personas era aterrador. Pero sin duda, Tim lo prefería antes de ir de compras con una Amanda estresada.

La felicidad de la propuesta había pasado, y ahora la novia se había convertido en una especie de dictadora de las bodas, y ni siquiera él se escapaba de su mano de hierro.

―¡Apúrate, Tim! ¿Por qué caminas tan lento? Que hayas perdido el reto del concurso no te da derecho a retrasarme ―lo reprendió, halándolo del brazo y arrastrándolo hasta una papelería.

Como Amanda muy poco sutilmente le había recordado, Tim quedó muy lejos de ganar el reto italiano. Alessandro fue el justo vencedor, y aunque estuvo insoportable todo el viaje de regreso, ninguno de los chefs podía argumentar que no se lo merecía. De no haber ganado, hubiese tenido que cambiarse el nombre.

Tim se conformó con no haber quedado dentro de los tres peores, pero esa sensación de haber sido insuficiente lo atormentó durante días.

―Todo estará bien, Mandy ―contestó él, de vuelta al presente.

―Tidi istiri biin... Es fácil para ti decirlo, solo eres la dama de honor.

―Damo de honor. Soy hombre ―repuso Tim.

―Ni siquiera existe esa palabra.

―Entonces seré el caballero de honor.

―Dama de honor y punto ―contestó Amanda, pronta a perder la paciencia.

Su amiga era del tipo "si quieres algo bien hecho tienes que hacerlo tú misma", así que no dejó que nadie más se encargara de los aspectos más cruciales de la boda. A Tim el papel de las invitaciones no le parecía algo crucial, pero cada quién tenía sus mañas.

―Mmm, me gusta la textura de este, pero el color es algo feo...

Tim iba a decir alguna tontería para fastidiar un poco a su amiga, pero entonces la campanilla de la tienda sonó, y una cabellera rubia llamó su atención. Al advertir quién era, se agachó para quedar tapado por la estantería. Por muy poco.

―Mierda...

―No, no tan feo, yo digo que se ve como... ¿Y tú qué haces ahí abajo? ―inquirió su amiga, despegando la vista del dichoso papel.

Tim la tomó del brazo y la hizo agacharse junto a él. Era demasiado indiscreta como para pasar desapercibida.

―¿Pero qué te pasa...?

―¡Shh! Es Debra. Está aquí ―susurró él.

―¿Y por eso te comportas como un inadaptado?

―¡Baja la voz! ―murmuró Tim―. Es que... pasó algo durante la última clase.

―Pues más te vale que te expliques, porque en serio te ves como un demente ―contestó Amanda.

Dejando de lado la mirada extraña que les dio la chica del mostrador, Tim procedió a contarle a su mejor amiga lo que pasó en las clases anteriores, la aventura comprando cuchillos, el desagradable encuentro con el esposo de Debra, la tensión de la semana siguiente. Pero cuando le contó lo que estuvieron a punto de hacer justo cuando Quentin apareció, Amanda ya no podía más

―¡Oh Dios m...! ―empezó la mujer.

Pero fue rápidamente cortada por una mano de Tim en su boca.

―Oh Dios mío... ―repitió, esta vez en susurros―. ¿De verdad le dijiste eso? ¿De verdad hiciste eso? ¿Quién eres y qué hiciste con Tim Kobayashi?

Amor y Wasabi [TERMINADA]Where stories live. Discover now