34: El platillo inconcluso

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A Tim le preocupaba el plan de Debra, principalmente porque no tenía idea de cuál era.

Ella no conocía a Amanda tan bien como él, no sabía lo difícil y rencorosa que podía ser. E incluso si lo perdonaba, estaba seguro de que jamás dejaría de recordarle su traición.

Decidieron ir juntos el viernes por la tarde, pues Tim sabía que estaría en su departamento con Quentin, y nadie mejor para prevenir que Mandy cometiera un asesinato que su paciente y racional prometido.

El pequeño departamento que compartían Quentin y Amanda le traía lindos pero amargos recuerdos. Iba allí cada vez que se sentía solo o perdido, ellos eran quizá los únicos amigos que tenía en el mundo, los únicos que había tenido en toda su vida.

Desde que conoció a Amanda fueron inseparables, eran ellos dos contra el mundo cruel de la secundaria; y sin importar los maltratos, las bromas pesadas y los insultos a los que los sometían, al final del día se tenían el uno al otro.

Por eso no podía soportar la idea de perder su amistad para siempre.

—¿Estás segura de esto? —le preguntó a Debra por millonésima vez, mientras estacionaba el auto frente al imponente edificio.

—No —respondió ella, para su pesar—. Pero dime, ¿qué otra opción tienes?

No hizo falta que Tim respondiera. Era obvio que no tenía ninguna.

Respiró hondo y se armó de valor. Salió del auto junto a Debra, entraron al lobby y abordaron el ascensor hasta el séptimo piso. Se detuvo frente a la puerta, tragó saliva y llamó, como había hecho incontables veces. Y como en la mayoría de esas veces, fue Amanda quien abrió.

En cuanto lo vio, la mujer empezó a cerrar la puerta, pero él interpuso su pie para impedírselo.

—Amanda, por favor, escúchame.

—Vete de aquí. ¿Qué no te quedó claro que no quiero nada de ti, Timothy?

A lo largo de los años, su amiga lo había llamado de muchas maneras. El primero fue Tim, que era como todos le decían; usaba Timmy cuando se sentía maternal, Teriyaki cuando quería fastidiarlo. Pero Timothy... su nombre completo solo lo utilizaba cuando la situación era muy seria.

—¿Quién es, linda? —escuchó a Quentin preguntar desde la sala. 

—Es... el traidor —respondió Amanda, empujando más la madera. Por dentro del zapato, el pie de Tim amenazaba con estallar.

—¡Amanda, me vas a aplastar el pie! —le advirtió él, pero sin retroceder tampoco. Si algo tenían en común, era lo extremadamente tercos que eran ambos.

—Pues qué bueno, Timothy. A ver si así sientes algo del dolor que me causaste. 

—Sé que lo que hice estuvo mal...

—Mal es decir poco —lo interrumpió ella—. Preferiste ayudar a la zorra japonesa antes que estar conmigo en un momento tan importante.

—No lo preferí, en realidad lo olvidé... —trató de explicar Tim.

—¿De verdad? ¿Y crees que eso es mejor? —No podía ver a Amanda, mas a pesar de la madera podía percibir lo dolida que estaba.

—No, no lo es —repuso él—. No sabes lo mucho que me arrepiento de haber ido a ayudarla, pero sabes que soy un desastre para esas cosas. De no ser por ti, olvidaría hasta mi propio cumpleaños.

Amanda no respondió con nada hiriente y la presión sobre su pie se relajó un poco, así que supuso que iba por buen camino.

—Mandy, eres mi mejor amiga —prosiguió—. No, más que eso. Eres mi hermana. Sin ti no hubiese llegado a donde estoy ahora, estaría todavía tirado en el suelo con Mika lamentándome por mi despido. No hubiese podido hacer nada sin ti, y si no estás conmigo en la final... pues, será imposible que gane.

Amor y Wasabi [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora