Capítulo 40 (parte 2)

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Eventualmente llegaron al hospital. Louis no estaba totalmente inconsciente pero... casi. Tomó a Harry de la cintura, cargando con casi todo su peso, mientras lo ayudaba a bajar del coche. Harry notó la tensión en los músculos del alfa mientras lo guiaba hacia la entrada de la clínica y vio de soslayo que sus pupilas se habían dilatado casi por completo, abriéndole paso sólo a una delgada línea de color azul en sus ojos. Ok, esto no puede ser bueno.

Trató de calmarse mientras se dirigían al sector de maternidad del hospital porque, como solía decir su profesora de yoga, su cuerpo debía ser un "templo creador de vida", ya que era "el nido donde estaban creciendo sus bebés" y ellos tenían que sentirse a salvo. Si él estaba intranquilo, ellos también lo estarían. "Inhala. Estoy aquí. Exhala contigo. Otra vez. Inhala amor, exhala paz" sonó la voz de la profesora en su cabeza.

Sin embargo... no, no pudo encontrar ninguna paz en ese momento. Su corazón latía con fuerza contra su pecho, su cabeza parecía a punto de estallar y sentía unas inmensas ganas de vomitar. Podría intentar tranquilizarse sintiendo el aroma de su alfa pero no, porque a Louis se le había ocurrido entrar en celo esa maldita noche y estar cerca de él sólo empeoraba las cosas. Estaba muy jodido.

El sector de maternidad era algo distinto por la noche. En vez de un montón de personas embarazadas, sentadas tranquilamente en la sala de espera, había médicos corriendo de acá para allá, gritos desgarradores de otras madres, y gente de toda raza, esperando que sus familiares dieran a luz. Incluso había una ronda de alfas que se pensaban que estaban en un estadio de fútbol por cómo saltaban y alentaban al alfa que sería papá ese día. Bueno, se ve que los bebés no pueden esperar a que se haga de día para nacer.

El lado bueno era que había un olor tan concentrado a omega, por la gran cantidad de embarazos, que Harry creyó que el aroma de su alfa en celo pasaría completamente inadvertido. Y menos mal, porque no quería volver a liarla en el hospital como el día en que Louis había golpeado a dos enfermeros.

Cuando llegaron al mostrador de la recepción, Louis se pegó a su espalda. Harry sintió su rostro hundirse en su cuello, olisqueándolo, y sus manos firmes en su cintura, apretándolo contra su erección. Se apresuró a darle un codazo en las cosquillas y el alfa soltó un quejido. No es momento, Louis.

—Disculpe, ¿se encuentra el doctor Orwell? —preguntó a la recepcionista—. He tenido una pérdida y estamos algo asustados.

La recepcionista no era la misma que lo atendía siempre. Es más, nunca la había visto. Lo miró desinteresada mientras masticaba chicle. Entendía que no era agradable trabajar de noche pero podría esforzarse por, al menos, fingir una sonrisa. De pronto su vista se posó en el vientre de Harry y casi se atraganta con el chicle. Ya sé, es una panza extraterrestre. Pero tengo tres bebés, está justificado.

—No, el doctor Orwell no está de guardia hoy —respondió con cara de pocos amigos—. ¿Su nombre?

—Harry Tomlinson.

—¿Tomlinson? —La chica lo miró extrañada—. ¿Como el alcalde?

Harry sintió las manos de Louis deslizarse por su vientre así que volvió a darle otro codazo. Estate quieto.

—Sí... Eh, es un pariente lejano.

No sabía si iba a colar pero necesitaba que no los reconocieran en esos momentos. Tomlinson no podía estar en celo en el hospital con su omega embarazado. Sería un escándalo. Joder, que ni siquiera podía estar dentro de un hospital en ese estado, embarazo de por medio o no.

—Muy bien... —murmuró la recepcionista mientras miraba la pantalla de la computadora que tenía en frente—. Oh, tiene un embarazo de alto riesgo. Llamaré a alguien para que lo monitoreen. Pase a la habitación 107, irán a verlo enseguida. ¿Necesita una silla de ruedas?

Asistente (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora