Capítulo XVIII

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—¿Le dijiste de esto a tu madre mientras yo buscaba a uno de los guardias?

Como respuesta a la pregunta de Xiang, recibió una negación por parte de _____.

—¿Sabes que serán familia?

—Sí, sí... Sólo que lo pasé por alto...— comentó mientras caminaba junto a la mujer.

—Seguro te acepta, más si el emperador anda por aquí.

—Él está con sus concubinas.

Aunque no se lo hubiese interrogado, le impactó aquella información a Xiang. Se detuvo al tiempo en que la veía horrorizada. _____ paró a los pocos pasos, regresando a verla sin muchos ánimos y la duda en una de sus cejas.

—Por favor, dime que no habrá un gran diluvio que arruinara todo a su paso.

La tomó de las manos, en súplica.

La muchacha soltó una risita para negar con la cabeza.

—En algún momento pasaría, más si hace poco fue presionado para que buscara esposa— susurró con el motivo de que nadie más que su amiga lo supiera.

—Debe ser horrible ser emperador...— se lamentó.

—Seguramente...

—Pero, ¡ánimos! Te casas y te vas de aquí— movió sus manos tomadas para seguir el recorrido.

—De cualquier forma, su influencia llegará en donde sea que esté en su territorio.

—Cierto— y apretó sus labios en una línea recta —. Al menos no de forma directa.

Apenas se había separado de Ying Zheng, fue con su madre a conversar para saber cómo estuvo todo ese tiempo. Le alegró verla. Justamente Xiang pasó por allí y salió corriendo a buscar un guardia con los que había conversado para que quedara con la chica.

Cuando regresó, la tomó del brazo y se la llevó. Pero antes le informó a su progenitora que luego volvería con ella, cerca del almuerzo.

—Bien, aquí está.

Destacó cuando se detuvieron frente a una puerta.

—Mucha suerte— susurró con una sonrisa, a la vez en que _____ comenzaba a sentirse nerviosa.

Vio como Xiang se alejaba para poder respirar profundamente, pintar una amable sonrisa y abrir la puerta.

—Oh, así que tú eres la señorita _____.

Miró al guardia que estaba de pie, de un lado de una mesita que había en el centro.

—Sí. Buenos días. ¿Podría darme el gusto de saber su nombre?

Se aproximó a paso calmado.

—Disculpa mis modales. Yo soy Tong Fei. Es un gusto conocerla finalmente, aunque ya la había visto en la noche en que las concubinas gritaron por un roedor.

—¿Era usted?— el guardia asintió —Disculpe, estaba muy cansada para ver bien los rostro— sonrió avergonzada, tomando asiento al igual que el hombre.

—Bien, ¿de qué le gustaría conver-...?

Fue interrumpido por un ruido detrás de la muchacha, más exactamente, la puerta siendo abierta. Se sobresaltó al momento de darse la vuelta, y sus ojos se abrieron de a par al ver que se trataba de Ying Zheng.

—¡S-su majestad!— exclamó el guardia, parándose de golpe.

—Su alteza— ella imitó su acción —, ¿a qué se debe su llegada? ¿Necesita algo?

MUJER |Qin Shi Huang y tú|Onde as histórias ganham vida. Descobre agora