Capítulo XVII

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Se removió en su cama, hasta caer en cuanta que el ruido que escuchaba eran unos golpes en la puerta.

Utilizó sus brazos para apoyarse, confundida. ¿No era día de descanso? Así que no podía ser que se hubiese quedado dormida. ¿Alguna emergencia?

Sin importar que estuviese con su ropa para dormir, se levantó para ir directo a abrir. Sus ojos se abrieron de a par al reconocer el pecho que tenía enfrente al rostro.

—¿S-su majestad?— alzó la mirada a él, sin comprender.

—Buenos días, señorita _____— saludó animadamente, con un molinete de papel en una mano —. Recuerda que puedes decirme Ying Zheng.

—B-buenos días, Ying Zheng...— dijo insegura, habiendo recordado recién lo de aquel día —¿Qué hace despierto a esta hora? Es demasiado temprano, hasta me atrevo a decir que aún no ha amanecido.

—También puedes tutearme tranquilamente— sonriendo, posó una mano en su cadera —. Y en realidad falta poco para que comiencen a aparecer los primeros rayos de luz.

—Pero-...

—Sí, ya sé que no respondí tu pregunta— trató de controlar el volumen de su risa —. Vengo a que me lleves con las concubinas luego de desayunar juntos.

—¿Ah?

Aquello la desorientó mucho. Lo de ir a visitar a las concubinas era esperable, y en cierta parte la hacía sentir mal, pero lo de desayunar juntos la dejaba peor.

—Vamos, cambia tu ropa. ¿O la señora Yu acostumbraba a verte así?

Volvió a reír, confundiéndola más. ¿Desayunar con la señora Yu? ¿Aún la recordaba?

—Ya mismo me cambiaré...— pestañeó un par de veces mientras iba juntando lentamente la puerta.

—Espera, ¿me dejarás aquí afuera?

—¡Su majest-...!— se interrumpió a sí misma para no exclamar de la vergüenza y despertar a los demás —Ying Zheng— corrigió  —, es inapropiado eso.

La cara de la muchacha estaba más que roja.

—¿Entonces sí me dejarás aquí afuera? Mucho no veré con esta venda y menos si te doy la espalda— sonrió para soplar el juguete que tenía en una de sus manos.

_____ frunció el ceño, tratado de calmar sus nervios.

—Espere aquí— y juntó la puerta, escuchando de fondo al joven hombre que reía diciendo que solo era una broma.

—Espere aquí— y juntó la puerta, escuchando de fondo al joven hombre que reía diciendo que solo era una broma

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Era demasiado temprano, incluso dudaba si la señora Yu ya había llegado a la cocina. En cambio, Ying Zheng avanzaba mientras veía sus alrededores como si fuese su primera vez allí, lo cual así era, y soplaba el molinete de papel cada tanto.

—¿Ha descansado bien, su alte-, Ying Zheng?

Trató de sacar tema de conversación.

—Apenas pude por la emoción.

MUJER |Qin Shi Huang y tú|Where stories live. Discover now