Capítulo XIV

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Leía un pergamino, mientras oía cómo el emperador Qin Shi Huang le dictaba algunas cosas al maestro Mao. Estaban respondiendo a un mensaje que fue enviado por un pueblo que quedaba lejos de allí. De vez en cuando, el anciano intervenía y daba ideas.

Ella, por su parte, quedó leyendo todos los pergaminos del día. Y sin importar lo que hacían ambos hombres, debía de dejarlos a un lado del joven de cabellera negra, así él hacía su lectura.

—Quizás sea buena idea agregar cuándo viajará allí, así se preparan para esperarlo, su majestad. De esa forma el asunto no tardará tanto.

—¡Bien! ¡Tiene razón, maestro Mao! Agregue que será antes del próximo cambio de estación.

—Por supuesto, su alteza.

Y el joven bajó la vista a leer el mismo pergamino al que respondía. Claramente, se hallaba de espaldas a _____ y de costado al otro hombre.

Acabó con lo suyo para levantarse a dejar el rollo como ya se había acostumbrado.

Por curiosidad, miró al rey notando que se había alzado la venda de sus ojos. Más llamó su atención. Pensó agacharse un poco más para lograr verlos, pero se avergonzó de su propia idea. Si no los mostraba y no quería que nadie los viera, era decisión del gran emperador al cual había que obedecer.

Pero sin sacar su mirada de él, su corazón comenzó a latir con fuerza por los nervios, siendo que alzó la vista a ella para ir bajando aquella tela sobre ellos de nuevo.

—Gracias, señorita _____— dibujó una sonrisa para regresar al maestro Mao y dictarle unas cosas más.

La muchacha no dijo nada en absoluto. Con la cabeza gacha, regresó a su sitio teniendo las mejillas salpicadas de rubor. La señora Yu no había fallado en lo más mínimo al decir que debía ser un bello hombre.

Era eso y mucho más.

Tras dos horas, finalmente habían salido de esa sala

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Tras dos horas, finalmente habían salido de esa sala. El anciano y la jovencita caminaban a otra habitación así iniciar con una clase respecto a la sociedad, ya que rato antes el maestro Mao interrogó respecto a cómo fue su salida al pueblo aquella vez.

Quedó con tantas dudas que él prefirió explicarle respecto al tema.

_____ andaba con sus manos tomadas por delante de su cuerpo, todavía distraída con el recuerdo de los ojos del emperador. Eran tan encantadores como él. Y tuvo que releer varios pergaminos por centrarse en esos pensamientos.

—Estás bastante extraña.

El comentario del anciano hizo que regresara a él. Frunció sus cejas. ¿Podía ser muy obvia?

—Dígame qué le sucede.

Respiró profundo, alzando la vista al techo del pasillo.

—Sólo...

—Habla con seguridad.

—Sólo que los ojos del emperador me parecieron bellos.

Dijo bajando el volumen de su voz, así solo él la oía, a pesar de decirlo lo más rápido que pudo.

Mao quedó pensando unos momentos, para regresar a ella. Le había costado repetir la frase en su mente para comprenderla.

—¿Es la primera vez que mira a un hombre que le parece atractivo?— le costó decirlo, siendo que él no se refería a los de su mismo sexo como "lindos", "guapos", "atractivos" o todo aquello.

—No... En verdad, he visto varios guardias que me resultaron gratos para mi vista— confesó con un ligero sonrojo. Ni siquiera a Xiang le confesaba algo así —. Incluso fui cortejada por uno que era bastante lindo hace unos años.

Evitó utilizar la palabra "atractivo", siendo que la sentía incluso provocativa, y hablar en voz alta y de esa forma del emperador, no lo veía muy correcto.

—¿Entonces se encuentra casada?

La muchacha soltó una pequeña risa ahogada, lo cual llamó su atención.

—Le comenté que sabía leer, y acabó casándose con otra.

El hombre rio para luego agregar —Que desgracia... Entonces su respuesta es negativa.

—Por supuesto. Con mi edad, todos asumen que me encuentro casada y hasta con un hijo o dos, a veces.

—¿Y piensa hacer eso en algún futuro?

—Probablemente, después de salir de este palacio...

Sintió que los ánimos de la joven disminuyeron, volteando a ella nuevamente.

—Creo que tendrá algo para contarme en lugar de la clase.

Quedó callada, con la vista todavía en el frente y jugando con sus dedos.

—Si usted lo desea.

—Ahora es momento de que usted me enseñe qué pasa por su cabeza.

Se detuvo unos segundos, viendo como el maestro Mao avanzaba unos pasos más.

—¿En serio?

—Por supuesto. Además, será el precio de mi silencio respecto a que el emperador le parece atractivo— sonrió con cierta picardía, lo cual no provocó más que un sonrojo notorio por parte de _____.

—Maestro Mao, por favor, no diga eso— trató de mantener la compostura.

—Usted lo afirmó, señorita _____— dio media vuelta para seguir caminando mientras iba riendo.

—Ni las sirvientas son así de amenazantes con ese tipo de información.

Y aumentó la risa del anciano.

Pero cómo negarlo. Ahora que le había visto el rostro por completo, aunque no el tiempo suficiente que esperó, sentía que una duda menos le picaba.

 Ahora que le había visto el rostro por completo, aunque no el tiempo suficiente que esperó, sentía que una duda menos le picaba

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Besos ♥

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