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Lea Hargreeves.

Un olor ahumado inundó mi nariz.

El ambiente se sentía denso y caluroso.

Mis ojos parecían no querer despegarse, por lo que lleve una mano a mi cara, mientras comenzaba a sentir un líquido recorrer mi rostro.

Cuando mis ojos cumplieron mis órdenes todo tuvo sentido. El humo, el calor y la sangre en mi cara.

Me quité el cinturón de seguridad, para revisar los asientos de adelante.

La frente de mi mamá había roto el vidrio, mientras que mi papá parecía haberse quebrado el cuello. Tomé el pulso de ambos, no logré sentir nada.

Volví a mi asiento, e intenté abrir la puerta trasera, sin resultados. Fue entonces cuando recordé que el extintor estaba bajo uno de los asientos. Lo tomé como pude, y golpeé la ventana seguidas veces, hasta que ya no quedaba nada de ella.

Salí del vehículo, y me alejé unos metros, sintiendo una pequeña molestia en mi abdomen. Cuando finalmente entre en duda de que era aquella molestia, bajé la mirada.

Un pedazo de vidrio bastante grande se había inyectado en mi piel.

Lo miré con detenimiento. ¿Porque casi no me dolía?

Antes de que pudiera cuestionármelo más a fondo, luces y sirenas de ambulancias, policías y bomberos se hicieron presentes.

[....]

Las noches aquí en la academia son silenciosas, Reginald se asegura de eso. Es por esta razón que actualmente la mayoría tiene el sueño muy ligero, aunque ese no es mi caso.

Siempre me cuesta mucho trabajo dormir, levantarme también, pero dormirme sobre todo.

Dí un par de vueltas en la cama, intentando encontrar una posición cómoda.

¿Abra una fórmula para dormir rápidamente?

Estaba a punto de levantarme de la cama para ir a la cocina cuando escuché un gran estruendo.

Salí de mi habitación, al igual que el resto, incluido Reginald.

Los ruidos no cesaron, por lo que pudimos comprobar que venían de la oficina del señor Hargreeves.

Cuando llegamos al lugar las puertas estaban abiertas, y solo quedaba una pequeña tarjeta en el piso.

Reginald se acercó, y tomó aquella tarjeta. Podría jurar que logré verlo asombrado.

Se giró nuevamente hacía nosotros, con su semblante serio de nuevo — Pueden volver a sus habitaciones.

[....]


La mañana transcurrió con normalidad. Desayuno, entrenamientos. No fue hasta después del almuerzo que Reginald comenzó a mostrarse algo nervioso.

— Número cinco, Número ocho y Número cuatro — nos llamó — Los quiero en mi oficina luego de asearse.

— Que querrá? — preguntó Klaus, mientras subíamos las escaleras.

— No lo sé, pero seguro que tiene que ver con lo de anoche — comentó Five.

— Felicidades Five, eres el nuevo Colón! — bromeé, y Klaus rió.

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⏰ Last updated: Dec 07, 2022 ⏰

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Llenando Los Vacíos [Five Hargreeves]Where stories live. Discover now