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Lea Williams.

Subí al gran automóvil, y el conductor bajo el vidrio que nos impedía verlo.

— Ya podemos irnos Pogo — traté de ocultar mi sorpresa al ver que el conductor era una especie de mono súper desarrollado.

— Claro, señor — Pogo volvió su vista al frente, y me miró por el espejo retrovisor — Es un placer conocerla señorita Williams.

[.....]

El viaje se hizo muy largo, y no puedo descifrar si fue por incomodidad, o porque el lugar es lejano.

Cuando el automóvil finalmente se detiene, pego mi nariz en el vidrio tratando de ver mi nuevo hogar.

Lo primero que noto son las rejas con un paraguas formado en el medio de ambas.

— Bienvenida — dice Pogo bajando del vehículo, y yo hago lo mismo.

Una vez dentro todo parece de otro mundo. Pinturas, que al parecer son muy costosas, sillones de cuero, paredes tapizadas y variedad de luces.

— Lea, sígueme — ordenó el señor Hargreeves, y así lo hago, hasta que se detiene en un gran salón frente a siete niños, y una mujer — Niños, como ya les eh comunicado, ella es la nueva integrante de la academia, Lea Williams. Ahora Lea Hargreeves o número ocho.

No me molesta el cambio, no le tengo ningún aprecio a mi apellido. Pero, ¿Por que el número?

— Ella comenzará a entrenar con ustedes, pero se integrará de a poco, ya que no cuenta con el entrenamiento adecuado aún — informó a todos los presentes — Ahora. Número cuatro, y número siete, indíquenle a ocho dónde queda su habitación.

Una chica con una sonrisa tímida, y un chico con aire despreocupado se acercan a mi, listos para guiarme.

Los tres subimos las escaleras, y logro escuchar como Reginald le permite al resto continuar con lo que estaban haciendo.

Llegamos a la que será mi habitación, y ambos entran seguidos por mí.

— Lea, cierto? — pregunta el chico, y asiento — Mucho gusto! Soy Klaus! Me dijo el viejo que tenemos el mismo poder. Lo lamento tanto... Pero, eso te da la increíble oportunidad de pasar más tiempo conmigo, así que... Bien por tí!

La chica a su lado sonríe ligeramente.

— Un gusto conocerte. Soy Vanya. O número siete... — dice casi en un susurro.

— Un gusto conocerlos a ambos — hay una minima posibilidad de que estar aquí no sea tan horrible.

Tres golpes en la puerta captan la atención de los tres.

— Adelante!

— Hola... — saluda una chica entrando a la habitación — Espero que te guste, no es muy colorida pero....

— Tranquila, está bien

— Soy Allison, o número tres — se presentó estrechando mi mano.

— Un placer.

Cuatro chicos más se asomaron por la puerta, y Klaus los hizo pasar.

— Yo los presento para no hacerla taan larga — les dijo — El es Luther o número... — señaló un chico rubio — ... Diego o número dos... — un chico castaño sonrió ligeramente — .... Ben o número seis.. — señaló a un chico que sonrió tímidamente — ... Y-

— No necesito que me presentes Klaus — lo interrumpió amargamente — Soy Five.

— Alías "El amargado" — murmuró Klaus.

— Prefiero solo "Five" — contestó irónico.

— Un placer. — sonreí incómodamente.

Voy a vivir con un grupo más reducido de personas, por lo que me preocupa que si no nos llevamos bien será una difícil convivencia. Pondré todo lo que pueda de mi parte para que no lo sea.

— Quieres que te ayudemos con tus cosas? — preguntó quién creo que me presentaron como Luther.

— Emm, claro, pero no son muchas cosas.

— Genial, papá trajo a una indigente! — volvio a hablar con ironía el tal Five, saliendo del lugar. Que mal carácter.

— Lo siento, no le agradan mucho los cambios — se disculpó Klaus, y sonreí de costado.

Luther tomo la pequeña maleta que yo había dejado en el piso, y la colocó sobre la cama.

— Así no te será muy incómodo desempacar...

— Gracias.

— Bueno, nosotros nos vamos, para que te acomodes — dijo Allison — En el armario tienes el uniforme, si no te queda, avísame, y se lo daré a mamá para que lo arregle.

— Muchas gracias — ella me sonrió, y todos salieron de la habitación.

Le heche otro vistazo a la habitación.

Era algo lúgubre, pero no me disgustaba.

Abrí el armario frente a mí, encontrándome con numerosos uniformes de la academia.

Tomé mi ropa, y la coloque en los cajones, dejando los uniformes tal cual estaban.

Volví a recorrer el lugar, en busca de algo de mí interés. Lo único que encontré interesante fue la mesita de luz, que estaba ligeramente abierta.

Me acerque a comprobar si había algo en su interior, y si lo había. Un pijama celeste, con bordes azules.

Lo deje en su lugar, y ordene las últimas cosas que quedan en mi maleta.

Lo deje en su lugar, y ordene las últimas cosas que quedan en mi maleta

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Llenando Los Vacíos [Five Hargreeves]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora