Capítulo Veintitrés: La llamada. ¡Te lo dije!

Start from the beginning
                                    

   —Ah, claro. Ahora soy yo el culpable. —entrecerré los ojos y ella se inclinó hacia la barandilla, ignorando mi comentario.

   —No quiero discutir. Es más, déjame en paz. Necesito estar sola…

   —No me voy a mover, la azotea no es tuya. —aclaré con sorna. La verdad es que no quería irme de su lado, aunque discutiéramos, no me importaba.

   —Pues bien, vuelvo con Alex. —levantó las manos en señal de paz e hizo ademán de irse, pero la detuve por el brazo. Ella se volvió y sentí la electricidad recorrer mi mano cuando noté su contacto.

   —¿Le amas? —pregunté sin tonterías. Ella se revolvió nerviosa.

   —¿Qué te importa? Tú no has tenido en cuenta mis sentimientos hasta ahora, ¿por qué te interesan de repente? ¿Eh? —me espetó dolida. Su voz sonaba rota, y su rostro se endureció como la piedra. La solté y me revolví el cabello.

   —No es que me importe pero… ya te dije el motivo por el cual no quiero que te vayas con él. Aun así, eres libre de decidir. Mas óyeme bien, no quiero que me vengas llamando cuando las cosas se desmadren. —le advertí acercándome peligrosamente a su rostro. Quería besarla de nuevo, pero me contuve. Ella se mostró indignada y se cruzó de brazos.

   —Tranquilo que no ocurrirá jamás, Alex es todo un caballero, no como tú, y no habrá problemas entre él y yo. —aclaró ella, pero sabía que Alex era tan pesado como Elisa, por lo que tenía que dejarle claro que no podía confiar en él.

   —¿Por qué le has besado antes? —ella enrojeció, mas mantuvo la compostura.

   —No voy a contestarte. —sonreí de medio lado. Sabía que quería darme celos, aun así, me molestó.

   —Admite que solo querías molestarme y te dejaré en paz. —le toqué los brazos y ella miró hacia otro lado. Casi podía escuchar su debate interior y eso me estaba enterneciendo. No quería herirla, pero ella no debía confiar en Alex… ¡de ninguna manera! 

   —No lo admitiré jamás. ¿Me oyes? Porque no es verdad. Ese beso me nació de dentro, ¡ya está! Dejemos el tema, ¿vale? Mejor vete con Elisa, seguro que te estará esperando…

No lo pude aguantar más, la besé apasionadamente y ella me agarró las solapas de la chaqueta mientras me correspondía, como antes en el baño. Dios, ¡adoraba besarla! Si tan solo pudiera decirle la verdad…

De pronto, quiso apartarse de mi pero no la dejé, yo profundicé más todavía y ella seguía forcejeando para apartarme de ella. Pero, ¡oh por Dios! Era tan rica que…

   —¿No ves que no quiere besarte? —espetó un furioso Alex empujándome para que dejara a Miriam. Crispé los puños y enfoqué la mirada en él. Nos desafiamos mutuamente…

   —¿Es que estás celoso de que a mi me bese más? —inquirí sin pensar.

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Where stories live. Discover now