—Te ves hermosa, Roxy. —Me dijo Rubius y yo sonreí un poco.

—Si ajá, vamos a pegar mis carteles y a hacer mi campaña publicitaria. —Bufó Quackity.

Los tres nos fuimos de la casa del de gorro, llegamos al pueblo y tanto Quackity cómo Rubius comenzaron a grabar un par de videos.

Yo mientras comencé a hablar con los aldeanos para convencerlos de votar por Quackity.

—Lo veo y no lo creo, Roxy, te ves muy bien. —Me dijo Merlon apenas me vio. —Me alegro que hayas salido de tu zona de confort y hayas decidido usar ese tipo de atuendos.

—Es lo que hago por un amigo. —Dije nerviosa.

—¿Un amigo? Bueno, eso no es lo que parece. —Murmuró mirando a Quackity y al oso. —Reconozco los sentimientos en cuanto los veo, y tú, niña, estás enamorada de ese joven.

—Otra vez la burra al trigo, no estoy enamorada de Quackity.

—Yo no dije que de él. —Sonrió y yo me puse colorada.

—Pues sea de él o de otro, no estoy enamorada de ninguno, quiero a todos como unos buenos amigos y hasta ahí. —Hablé.

—Mhm, entonces ve con ellos, yo me encargo de hablar con los aldeanos para que voten por ese chico.

—Gracias Merlon. —Sonreí y caminé hacia los dos mensos que grababan entre risas sus videos.

—Hola Qu... Roxy. —Luzu me miró y fruncí el entrecejo. —Te ves...

—Se ve horrible, salúdame menso. —Le dijo Quackity dándole un sape.

—Hola Quacks, Rubius. —Saludó y el oso sólo asintió a modo de saludo. —¿Qué estan haciendo?

—Estamos haciendo un proyecto para mí campaña política. —Dijo Quackity. —¿Quieres ayudarme?

—Pues si, ¿Qué debo hacer?

Suspiré aliviada, al menos ya no tendría que aparecer en su vídeo, me alejé algo incómoda por el vestido y me fui a sentar a una banca para mirarlos.

Esos tres idiotas se equivocaban a cada rato, pero me hacían reír con sus risas de desquiciados.

Al final terminaron su vídeo, y cada quien se fue por su lado. Pero yo quise ir con Quackity.

Soy masoquista, ¿Y qué?

—Aguas con el pitbull. —Dijo Quackity y me empujó hacia el cocodrilo.

Caí al maldito charco de lodo, con el cocodrilo al lado, chille asustada, creyendo que moriría comida por un cocodrilo, pero Quackity se carcajeó y al final me rescató.

—Ay, que mensa, no pensaste rápido.

—Eres un idiota. —Dije tratando de quitarme el lodo del vestido. —Maldita sea, ahora ya no tengo nada que usar, te dije que mi casa no estaba abierta.

—Ya hombre, ahorita te presto ropa. Que exagerada, caramba.

Traté de caminar pero sin querer pise mal y caí al suelo.

—Puta madre. —Gruñí levantándome nuevamente del lodo. —¿Por qué demonios venimos por el pinche lodo habiendo pavimento en la otra calle?

Por coraje le lancé lodo a Quackity, pero no la pensé hasta que lo vi voltearse.

—Ay santa cachucha, no la pensé, te juro que no la pensé.

Quackity se dirigía hacia mi con ganas de matarme, pero entonces se cayó al lodo.

Solté una carcajada señalandolo con burla.

—Iiih, se cayó el pendejo.

Y entonces me lanzó lodo a la cara.

—¡Hijo de puta, me lo trague todo!

—Ay, Roxy, cochinota.

Me puse colorada, pero por el lodo en mi cara no se notaba.

—¡Ven aquí, menso!

Ambos comenzamos una pelea entre el lodo, ya nada más nos faltaba chillar como cerdos para parecernos a unos.

Al final de nuestra pelea, fuimos al lago de su casa y nos lavamos ahí. Después Quackity me prestó ropa y me quedé con él hasta que llegó Lolito y pude irme a casa.

Sin duda la había pasado muy bien con ese idiota cara de nopal aplastado.

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