Luzuuuu

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Luego de esa noche donde ambos habían convivido más de lo esperado; las cosas cambiaron.

Admitía que tuvo una idea demasiado equivocada del menor. Es que demasiada felicidad en un cuerpo le parecía imposible, ese chico irradiaba energía al máximo y podías saberlo sólo con verlo. De verdad que era increíble lo extraño que era.

No entendía como es que todos lograron llevarse bien con él. Era muy ruidoso e insultaba cada vez que respiraba, aunque no lo supo de inmediato, al principio solo se le hizo raro escuchar aquellas palabras, pero cuando le preguntó a Vegetta que rayos decía le dijo que eran groserías. Eso no era todo, también solía entrometerse demasiado en donde nadie lo llamaba.

Quackity era la definición de desorden y él odiaba el desorden. Por eso no se dio el lujo de siquiera dirigirle la palabra.

Él era el orden, así que ellos simplemente no coincidían y dudaba que eso cambiara.

Quedó.

Al final si terminaron congeniando.

Recuerda aquella vez cuando Vegetta lo regaño por odiar a Quackity sin siquiera haberlo conocido y que si realmente iba a odiarlo debería ser porque ya sabía su forma de ser. Y le daba la razón a su amigo porque fue muy estupido de su parte haberle guardado rencor al pelinegro cuando apenas y lo había visto un par de veces.

Luego de analizar la situación con más calma se dispuso a darle una oportunidad a Quackity y a su intento de hablarle. Solo tendría que esperar a que se diera la ocasión. Y entonces esa oportunidad se dio hace unos días en la fiesta que hubo en la casa de Vegetta.

Detestaba las multitudes, pero asistió a la fiesta por sus amigos y no porque quisiera.

La sala estaba llena de personas y eso fue más que suficiente para que saliera hacia el patio de la casa.

Estaba más que acostumbrado a su soledad, la que él mismo creó para evitar encariñarse más de la cuenta con aquellas personas dentro de su círculo social. Amaba y odiaba ese sentimiento.

Se había acostado en el césped para admirar la noche hermosa de ese día. Por alguna razón el cielo brillaba más de lo debido.

Lo que buscaba era sentir tranquilidad y lo logró, por eso cuando sintió la presencia de Quackity en vez de enojarse lo invito a ver el cielo nocturno junto a él.

Los recuerdos de esa noche aún estaban muy presentes en su cabeza.

—Creí que no habías notado mi presencia —habló luego de acostarse junto a él, no muy lejos, pero tampoco muy cerca —te veías muy tranquilo por lo que no quería molestarte.

—Que va, no me molesta que estés aquí.

Quackity soltó una risita pesada. Era evidente su disgusto ante lo que había dicho.

—Claro —soltó sarcásticamente.

El silencio se hizo presente entre ambos.

—Luzu ¿Por qué me odias?

La pregunta no le tomó por sorpresa porque sabía que el menor notaba su desagrado hacia él cada vez que se le acercaba.

En ningún momento trató de ocultarlo, así que era más que evidente.

—Quackity... verás —volteo su mirada hacia él —la razón es porque creo que no coincidimos en nada. Tú eres lo contrario a mí y yo odio ese tipo de cosas. Estoy acostumbrado al silencio y a la tranquilidad, en cambio tú eres ruido e inquietud. Somos opuestos.

El menor le miraba con fastidio, tal vez por lo que recién había dicho.

—Que babosadas dices mi buen, ¿Acaso existe una regla donde dice que los contrarios no se llevan bien? no, allí está tu respuesta. Llevarse con gente que sea igual que ti es aburrido, porque ya lo conocen todo, en cambio si conoces a alguien distinto a ti es más que suficiente para llevarte por un camino nuevo. Te hace conocer cosas que tú no sabes y eso es lo interesante. Porque tendrán mucho tiempo para conocerse de manera mutua.

Si, luego de haber escuchado eso por parte de Quackity le hizo darse cuenta de lo pesimista que ha sido todo este tiempo. Tenía razón, ir hacia lo desconocido podía hacerle conocer cosas que tal vez eran para él, pero debido a su negatividad no ha avanzado.

Quackity le hizo abrir lo ojos.

El chico derrumbó en segundos esa pared que había construido durante años para que nada desconocido entrara.

Si no fuera por esas palabras jamás le habría dado una oportunidad a Quackity para que se acercara a él.

De alguna forma lograron alivianar la tensión de hace unos minutos y las conversaciones comenzaron a ser fluidas.

La incomodidad fue remplazada por comodidad y risas.

No se dio cuenta de las horas que se la pasaron bajo la luz de la luna, platicando más de la cuenta. Pero, es que junto al pelinegro no sintió correr las horas de manera rápida.

Quackity se levantó luego de unas horas y apenado le había dicho que tenía que regresar a su casa o si no terminaría castigado por haber llegado tarde.

—Si quieres te puedo acompañar hasta tu casa — aún no quería despedirse de él —es demasiado tarde para que vayas solo.

—No te preocupes, me iré junto a Rubius.

Lo vio irse hasta la puerta, no lo siguió y no supo porqué. Pero, antes de perderse dentro de la casa volteo hacia su dirección y se despidió sacudiendo la mano, sin embargo, no esperaba que el chico dijera lo siguente:

Ni creas que te vas a liberar de mi y menos ahora que logré ganarme un poco de tu confianza.

—No pensaba hacerlo de todos modos. Has causado curiosidad en mi.

El pelinegro rió

—Nos vemos Luzuuuu —luego de decir aquello se fue.

Se quedó mirando el lugar por dónde se había ido.

¿Qué rayos acaba de pasar?

Los días pasaron y los momentos junto a Quackity comenzaron a ser más constantes. Se la pasaban juntos casi todos los días. Siendo sincero, jamás creyó que pasar momentos junto al menor sería especial.

Quackity era completamente distinto a como el pensaba. Tuvo razón cuando dijo que conocer alguien distinto a ti te hacía descubrir cosas nuevas.

Ahora ya no se imaginaba sin él. Estaba tan acostumbrado a su presencia que un día sin él era aburrido y estresante.

Quackity hacía más llevadero sus días.

Le gustaba escuchar sus anécdotas, sus malos chistes y sin duda la forma en como le decía:

—Luzuuuuu —dijo acercándose hacia él.

Lo vio acercarse con esa característica sonrisa cada vez que ambos se reunían.

Sonrió automáticamente y es que le sucedía siempre que lo veía.

Entró a su corazón sin más, sin pedirle permiso, pero no le molestaba si era Quackity, a él le dejaba hacer lo que sea.






¡Pa, ya acepta a mi novio!Where stories live. Discover now