El juego

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Después de estar jugando y riendo como dos adolescentes, Kara ayudó a Lena a levantarse. Empezaba a oscurecer y a hacer frío.

—Me he divertido mucho hoy, Kara. Gracias por todo.

—Gracias por estar aquí conmigo y con mi familia.

—Sabes, ya siento que amo a toda tu familia. Aquí todo es risas y ruido, como si una viviera en una fiesta constante. En cambio, mi familia es todo lo contrario... Siempre reinó el silencio y el orden.

—Te educaron para ser perfecta, desconociendo que ya lo eres desde que naciste... Ahora realmente te puedes divertir, ya que ahora perteneces al descontrolado mundo de los Danvers.

—Me gusta pertenecer a tu mundo, realmente soy feliz contigo.

—Y yo contigo, Lena. De verdad, incluso puedes preguntarle a mi mamá cómo me has cambiado la vida. Creo que por fin ya no se siente angustiada por mí y por mi futuro.

—Hey, par de tortuguitas, hora de cenar.—Tiempo había pasado desde que Kara y Lena eran sólo vecinas, pero Alex nunca perdería oportunidad de recordarles su lentitud. Kara miró con fastidio a Alex, pero a Lena le dio risa.

—Se cree la muy chistosa, ya me las pagará.

—Es que en verdad lo es, Kara. Alex es de esas personas que tiene una gracia para decir las cosas, imposible molestarse con ella.

—Bueno, a veces me da risa. Sólo a veces.—Entraron y se sentaron en el comedor, obviamente, Kara se sentó al lado de Lena. Quería que su novia se sintiera más relajada, le encantaba estar cerca de ella y así podía seguirla provocando.

Kara discretamente puso una de sus manos encima de una de las piernas de Lena, mientras tenía una sonrisa traviesa.

—Kara, ¿Qué se supone que estás haciendo?

—Nada que no haya hecho antes contigo, preciosa.

—Espero que te hayas divertido, porque ahora ha llegado mi turno.

—¿Tu turno de qué?—Lena alzó su ceja y le dedicó una sonrisa maliciosa a su novia, Kara tragó saliva. La rubia  había olvidado lo competitiva que era Lena y que ante esa ceja ella se hubiera puesto de rodillas ahí mismo.

—¿Qué te pasa, mi amor, se te fue el apetito? Mira que la comida está tan... Tan... Deliciosa... Mmm...—Lena hablaba cerca del oído de Kara para que sólo ella pudiera escucharla, casi estaba susurrándole. Kara se había puesto tan colorada, casi como un tomate. Lo de ella había sido un inocente juego, bueno, no tan inocente, pero juego al fin. Lena se lo estaba tomando demasiado en serio.

—Sólo estaba bromeando, Lena...

—Lo siento por ti, pero yo no. Vas a lamentar tanto estarme molestando en casa de tus padres que no te volverán a dar ganas de hacerlo de nuevo.

—¿Que, que es lo qué vas a hacer?—Lena estaba disfrutando el tartamudeo de Kara. Hasta este momento, Lena había sido más dulce y tierna que otra cosa, pero quizá había llegado el momento de que Kara conociera su lado Luthor.

—¿Recuerdas cuando te molestaste por lo de Andrea? Me parece que ha llegado el momento de devolverte el favor.

—¿Qué significa eso?

—Podrás ver todo lo que quieras, pero no tocarás nada esta noche más que el plato que estás comiendo. Que disfrutes de tu cena, mi amor.

—Lena, no puedes. Vamos, tú eres una persona razonable y no una loca como yo.

—Exacto, Kara. Yo no soy una persona impulsiva que sólo se deja llevar por sus emociones. Yo calculo cada movimiento, cada toque... Cada caricia.—En ese momento, Kara sintió el verdadero terror. No sabía en lo que se había metido, pero ya estaba lamentando su nacimiento, el de sus padres y hasta el de sus abuelos.

La chica del apartamento 512 (Supercorp).Where stories live. Discover now