Inesperado

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Andrea se despertó con una sonrisa, pensando en la divertida noche que había pasado con Sam.
En algún punto de la madrugada, en medio del baile y las risas, había terminado besándose con ella otra vez.
A diferencia de las veces anteriores, esta vez sabía que el beso había sucedido porque ambas lo quisieron.

Años habían pasado para que volviera a reír de esa forma y a sentirse tan libre, todo se lo debía a su interesante acompañante. Sentía que Sam era tan diferente a ella en todo sentido, pero a la vez todo eso le atraía y mucho.

Ya no tenía caso negarse que había pasado de casi obsesionarse con Lena a sólo pensar en la mejor amiga de ella. Empezaba a creer que estaba perdiendo la cordura. ¿Qué estaba haciendo con su vida?

Admitir que Sam le gustaba más de lo que quería, sólo era el primero de los pasos. De pronto se vio en la necesidad de compartir lo que estaba sintiendo, pero se entristeció de saber que no tenía a nadie con quien hacer eso.

No tenía una mejor amiga con la cual conversar y quizá la única persona a la que le interesaría esos aspectos de su vida, era la menos indicada para enterarse, justo no podía contarle eso a Henry.

Se daba cuenta que había descuidado aspectos importantes de su vida, por enfocarse únicamente en sus aspiraciones empresariales. Tenía que reconocer que sin querer, Lena había despertado cierta inquietud en ella y aunque las cosas no habían funcionado, eso no significaba que tuviera que abandonar esas ideas.

Soñar con tener un amor no era una mala idea, fijarse en una persona que ya tenía ocupado su corazón, eso sí que lo había sido. ¿Y si con Sam era todo diferente? ¿O si mejor dejaba de pensar locuras?
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Kara dormía en su cama, cuando entre sueños su brazo buscaba a alguien a quien abrazar. El vacío que encontró, la hizo despertar.

Si bien eso correspondía a su vida habitual del día a día, lo cierto es que desde que había estado con Lena, todo había cambiado. Ahora su cama le parecía grande y fría, necesitaba ver unos intensos ojos verdes observarle mientras la luz del sol se apoderaba de la atmósfera.

Se sentía tan enamorada y feliz, todo lo contrario a la persona que se encontraba en la habitación contigua que ni siquiera había logrado conciliar el sueño.

Clark no dejó de pensar en Lex, volver a ver al que seguía considerando su gran amor, sólo lograba hacerle sentir desdicha y dolor. Erróneamente, pensaba que ya no albergaba sentimientos de amor en su corazón, todo hasta que lo había vuelto a ver. Todo el progreso que habría creído tener en meses se había esfumado.

Necesitó fuerza de voluntad para actuar con una indiferencia que evidentemente no sentía, pero que le había servido de barrera para dejarle en claro a Lex que ya no lo quería en su vida. El hecho de que todavía lo amara, no significaba que aún existiera un futuro para ellos dos. Nadie le había causado una herida tan grande y profunda que la misma persona que le había dado tanta alegría con un "Te amo".

Sinceramente, no creía que Lex por fin se atreviera a ponerle un alto a sus padres y a la necesidad de estos de controlar la vida de sus hijos. Probablemente sólo había querido confundirlo y en cierta forma, seguirlo lastimando en más promesas falsas de amor.

Estaba harto de extrañarlo y de quererle tanto. O de esa sensación que golpeaba y ardía desde su interior  desde que Lex lo había había cambiado el rumbo de sus vidas. Le habría gustado poder maldecirlo y desearle lo peor, pero él no era esa clase de persona. Por el contrario, sólo sabía tener buenos deseos en su corazón.
Ojalá Lex se enamorara de su esposa, fuera feliz y se olvidara de su existencia.
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La chica del apartamento 512 (Supercorp).Where stories live. Discover now