𝐐𝐔𝐀𝐑𝐄𝐍𝐓𝐄 ⋆ ˚。⋆

496 50 103
                                    

Se dignó a mirar al chico del piano por unos segundos, puesto que se había limitado a perderse en su voz y el sonido del instrumento

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Se dignó a mirar al chico del piano por unos segundos, puesto que se había limitado a perderse en su voz y el sonido del instrumento.

No obstante, desvió la mirada creyendo que no tenía el suficiente derecho de verlo a los ojos.

Quizás porque tampoco le agradaba el hecho de conocer lo que querían decir los suyos.

Seguía sosteniendo su violín con la mano izquierda, sintiendo sus piernas temblar con cada minuto que pasaba.

No entendía por qué se sentía tan débil.

Cayó de rodillas conscientemente, rendido ante su repentino cansancio.

— ¡Akito! — escuchó su nombre a lo lejos.

— ¿Hm? — respondió de forma leve, tan sumido en sus pensamientos cómo para notar a su compañero a lado suyo.

— Lo siento.— dijo, tomando con cuidado sus manos igual de lastimadas.

— ¿Acaso alguien te he dicho que tienes la mala costumbre de pedir perdón por todo? — inquirió.

— Tú lo has hecho.— repuso, colocando sus manos entrelazadas en su pecho. Akito pudo sentir sus latidos calmarse poco a poco.

— Por supuesto. No debo perdonarte nada.— asintió, cada movimiento se sentía tan fragil.

— No quería gritarte.— recordó con exactitud lo que realmente quería decir.

— Lo sé.— volvió a asentir.

— Escúchame.— pidió, alzando su cara.

— Tú estás en lo correcto. No yo.— negó, retirándose del contacto.— Tienes razón, Toya. Yo no soy nadie comparado contigo.— estaba sonriendo, pero sus ojos amenazaban con derramar lágrimas.

— No, Akito. Eso no es lo que quería decir...— trató de explicarse aunque fuera en vano.

— Creo que lo mejor es...— eso era todo lo que podía soportar, odiaba cuando su voz se quebraba.— Creo que lo mejor es terminar todo.

— ¿Qué? — estaba aterrado, no era tan valiente como para asimilar lo que el joven trataba de decir.

— No afectará a la banda, eso lo prometo.— aclaró.— Piénsalo así. Tu padre podrá dejarte en paz mientras no estés conmigo...

Toya había entrado en un estado de shock. ¿Separarse de Akito...?

— Ambos ganamos, ¿cierto? — preguntó, sin esperar respuesta porque tampoco lo estaba considerando dentro de sus planes.

— ¿Cómo puedes decir algo así? — incrédulo, también empezó a llorar.— Te dejaría ir si es lo que quisieras, pero no estás haciendo esto por ti, ni por nosotros. Lo estás haciendo por él.

— Es lo que quiero.— asintió, dispuesto a levantarse y salir corriendo esperando una despedida no tan dolorosa.

— ¡No! — gritó, no sólo haciendo eco en el teatro, sino también en su cabeza.

labios rotos.Where stories live. Discover now