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Calle se había marchado a atender asuntos de la empresa, aunque tuvo que ser con la ayuda de Poché. Pues la alta se negaba a dejarla sola y una vez más, la rubia le tuvo que recordar que no estaba sola. Tenía a todos sus compañeros monitoreando y a Paula prácticamente pegada a ella.

—— ¿Hay algo más que necesites? —— cuestionó Paula después de poner el aire acondicionado a una temperatura aparentemente adecuada para una embarazada.

—— ¿Un poco de privacidad? —— respondió la rubia con ironía.

—— Jaja, muy graciosa. ¿Y si vemos una película?

Aunque la baja apreciaba que todos la estuvieran cuidando como si de una enferma se tratara, realmente necesitaba estar así fuera un segundo a solas. Pensar en todo lo que había pasado. Quería simplemente unos segundos para ella. ¿Era mucho pedir?

—— Estoy cansada. Dormiré.

—— Despertaste no hace mucho.

—— El suero me da sueño.

—— Te sacamos el suero hace media hora.

—— Pero sigue habiendo efecto. Am... también quisiera algo de helado. ¿Puedes traerme uno?

Poché esperó haber sido lo más convincente posible. Paula asintió tras unos segundos de análisis. Y solo después de advertirla que estaría de regreso en unos minutos salió de la habitación. Poché suspiró profundamente.

Por fin.

Por fin podía estar sola así fuera un segundo. No había pensado en lo asfixiada que se sentía hasta hacía unos minutos. Se levantó de la cama y salió de la habitación cerciorándose se que Paula no estuviera por los pasillos. Caminó hacia el elevador y presionó el botón hacia el vestíbulo donde se abrieron las puertas. Finalmente salió del edificio para tomar un poco de aire en el jardín.

El aire fresco golpeó su rostro y se sintió aliviada. Se sintió en paz.

—— Cielos, realmente necesitaba salir un poco de ésa habitación —— dijo para ella mismas.

Con las manos hundidas en los bolsillos de su camisa, se sentó en el banco que había en el lugar y disfrutó de la hermosa vista. En especial, al matrimonio que se encontraba jugando al fútbol junto con su hijo. La imagen era hermosa. Automáticamente la rubia se llevó las manos hacia su panza y la acarició.

—— Oigan, bebés. Realmente perdí las esperanzas de que alguna vez fuera a quedarme embarazada de nuevo. No sé cómo pasó. A veces siento que es un sueño y que en algún momento me dirán que nada de eso es real. Pero ¿saben?... haré un trato con ustedes hermosos. Si de verdad están ahí adentro, prometo hacer todo lo que esté a mi alcance para ser una buena madre. A cambio, me prometerán que nacerán sanos. Con mucha energía ¿Aceptan?

La rubia sonrió levemente y siguió disfrutando de aquél agradable clima y del momento de soledad que tanto anelaba.

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Había pasado aproximadamente una hora y media cuando Poché decidió volver a la habitación. Aunque le habría gustado quedarse un rato más observando a las personas a su alrededor, sabía que Paula estaría volviéndose poca y hasta llamaría a Calle.

Tan pronto como las puertas se abrieron en el piso donde estaba su habitación, atravesó el pasillo y caminó hacia la habitación. Abrió y la puerta y ahí estaba su esposa, sentada en el sofá emanando intimidación absoluta.

—— ¿Calle?

—— ¿Insiste que me fuera al trabajo porque querías escapar?

Poché supuso que Paula la llamó exagerando como era propio de ella.

EN TU MIRADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora