Capítulo 2. Expediente.

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La noche habia transcurrido con normalidad, mientras cenaba un poco de pavo con ensalada en mi pequeño piso alquilado cerca del hospital.

Soy una chica sensilla, no me gusta hacer cosas a las apuradas, por lo que vivir cerca del trabajo me era cómodo para ir y venir sin apuro.

Mientras leía un libro y degustaba de mi triste cena, pensaba sobre la propuesta de mi madre.

Me distraje rápidamente de mi vaga lectura y comencé a considerar aquello. Hacia tiempo no veía tan seguido a mi mamá, y la extrañaba. Y sabia que ella a mí.

Al cumplir 18 años, me fui a estudiar a la capital para poder prepararme para una vida de trabajo. Al principio, no tenia ni idea de que profesión dedicarme, pero el día que observe una reanimación cardio pulmonar en la calle por parte de una joven, me ha interesado en la ciencia de la salud.

Mi madre en parte estuvo feliz, con tal de que no eligiera lo mismo que mi padre.

Era algo que a veces me consternaba, mi padre era un astrofísico muy inteligente y dedicido a su trabajo. El estudio de las estrellas y el espacio, y todo lo que conlleva en ello. Recuerdo que de niña no entendía mucho todo lo que hablaba sin parar, pero si podía ver algo en el al trabajar de ello.

Amor. Compromiso. Dedicación.

Y eso era algo que a mi madre le disgustaba.

Pero aún así, yo también queria amar mi profesión y dedicarle al %100 todo de mí, y ser la mejor.

Observé por la ventana como la luna se asomaba a través de las nubes y recordé la imagen de ella a través del telescopio que tenia mi padre y sus 'cráteres'. Era hermosa, tal y como la recordaba.

Mi madre se habia sentido muy sola y triste desde que me fui de la casa, y sin mi padre la soledad la atormentaba. A pesar de que él murió cuando yo era una niña, sabia que como madre era dificil estar sin su hija tanto tiempo, después de todo siempre fuimos ella y yo.

Sonreí recordando esos momentos felices a la luz de la luna junto a ellos.

No podía quitarle eso a mi mamá. Ya perdí a mi padre, no queria perderme ningún momento con ella.

Acaricié el collar con la pequeña estrella de dije en mi cuello y tomé mi desición.

Respiré hondo mientras observaba la gran casa con el bello y extenso jardín frente a mí.

Habia llegado temprano a Liberio gracias al ferrocarril y ahora, estaba frente a la puerta de la dirección que me habia dejado mi madre luego de comentarle que iría a la entrevista.

Llamé algo nerviosa la puerta y mientras esperaba alisé mi vestido.

Llevaba mi cabello recogiro en un rodete y una pequeña boina color crema sobre un costado de mi cabeza, mientras portaba un vestido largo y de mangas largas color lila pálido.

Por suerte en Liberio no nevaba como en la capital.

Una voz sonó desde adentro y la puerta se abrió dejandome ver a un hombre mucho más alto que yo (prácticamente como cualquier persona) de tez oscura, labios gruesos y mirada sensilla.

-Buen día.

-Buenos días, soy Halley Rossen y soy enfermera...

-Oh ¿vienes para la entrevista de trabajo?- Asentí algo tímida. -eres hija de la señora Adhara Rossen ¿verdad?

-Exactamente, ella me comentó que necesitaban a alguien con experiencia para el puesto.

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