• O C H O •

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—¿Y como te fue?

La castaña mordió el interior de la mejilla con nerviosismo.

—Bien.

—¿Qué pintaste?

A ti —pensó en responder.

—El paisaje otoñal de ayer —respondió tratando de que sonará más creíble de lo pensaba.

—No sabía que eras pintora —pronunció Benjamín con desepción notable en su voz.

La joven encogió los hombros.

—Yo no se en qué es el lo que trabajas —le sacó en cara.

—Buen punto —carcajeo el pelirrojo —Y hablando de conocer, mi pregunta pendiente es, ¿por qué estabas enfadada, la primera vez que hablamos? ¿Qué sucedió ese día?

En la noche anterior Benjamín, había pensado en las tantas posibles preguntas que podía hacerle a la chica de los lamentos, y sacar provecho de ello. Sin embargo, quería mantener en incógnita la identidad de la jovencita, ya que le era agradable llamarla de una forma en particular.

Los recuerdos la golpearon.

Julie cerró los ojos con dolor.

Braulio Castanear, se hizo presente en sus ojos. Los abrió rápidamente encontrándose con la mirada puesta en el atardecer.

Suspiro tranquila al saber que estaba en casa.

—Mi ex, ese fue lo que sucedió —confesó, pidiendo que no le preguntara nada más sobre eso.

—Dime con más precisión —pidió Ben con voz afectada.

—Nos conocimos unos meses atrás, todo era bonito —habló con dolor —pero no todo es eterno y eso lo probó.

—¿Qué sucedió exactamente?

—Me engaño —declaró.

Braulio Castanear, la había engañado de la peor manera en que una pareja podía hacerlo. Toda historia dolorosa contenía diferentes tipos de engaños, una apuesta, un «te quiero» o «te amo» falso, o la peor una fachada de relación para mantenerlo todo bajo control.

Silencio.

—Me rompió —siguió hablando.

Su amiga también la había roto en la peor manera. Ella lo sabía todo, pero prefirió callar y Braulio la engañó, con promesas de amor que jamás se cumplirán.

Silencio.

—Eso sucedió. Él me quebró.

Silencio.

—Con ella, con —una lágrima rodo por su mejilla.

Leiva Vera. Su otra mejor amiga, además de Delfina la cómplice e incubridora en la falsa historia. Ambas fueron sus amigas, y la traicionaron.

—No hace falta que lo digas sino quieres —sus labios no dibujaron una sonrisa, pero en su interior lo estaba.

—Gracias —susurró Julie.

—Se lo que se siente —confesó Benjamín luego de unos minutos de silencio.

—¿El engaño? —preguntó la joven con inocencia marcada en la voz.

—El dolor del engaño —afirmó Benjamín con una triste sonrisa. Ambos sabían lo crudo que era el engaño. Él, formó parte de un engaño en toda su vida y aún así dibujaba sonrisas.

Julia negó.

—¿Cómo lo superaste? —preguntó curiosa.

—La olvidé.

Ojalá pudiera —pensó Julie.

—Yo no puedo hacerlo, no cuando lo veo todos los días —tomó su cabeza entre las manos —¡Soy patética!

—¡No! —se apresuró Ben —No lo eres, el patético es él.

—¿Por qué?

—Por no valorarte —respondió.

Tardes de Otoño © |Completa| Where stories live. Discover now