Sometimiento

53 1 0
                                    

Se acerca nuevamente. Su cuerpo delgado yace sobre mí, tengo los brazos fijos sobre la cama como si algo los atara a ella. Mis ojos vendados intentan liberarse sin éxito y no puedo ver más que oscuridad. ¡Sus dedos! Esos con los que dilata cada poro de mi piel, se escabullen entre mis cabellos enredándose en ellos. Su aroma es extasiante, algo cítrico, suave y… seductor. El aliento agitado retumba en mis oídos al mismo tiempo que sus labios suaves y carnosos me humectan el cuello. No puedo evitar jadear, lenta, pero profundamente. Entre forcejeos intento liberarme y levanto mi vientre, pero al parecer eso le emociona aún más, pues pone las manos en mi cintura y me acerca de golpe hacia él junto a un quejido de satisfacción.

Me siento ultrajado, pero es inevitable el placer que me produce estar en esta posición. Ahora lleva sus manos hacia mi espalda con algo de dificultad, mi inconsciente sadomasoquista me hace levantar un poco de la cama para facilitarle la... maniobra. Ahora desliza sus manos lentamente hasta bajar donde me llega el derrière y después, hasta el final. Se detiene y hace fuerza con la yema de sus dedos, es como si quisiera sentir mis glúteos aún más o no perderse de nada ellos. Un gemido se le escapa, pero parece no impórtale y luego… un susurro; dice algo entre dientes que no logro descifrar.

Nunca había pronunciado palabra, se cuida mucho de no hacerlo. Al parecer lo está disfrutando bastante. Esta vez le siento diferente, es como si tuviera una sed insaciable de mi cuerpo.

Aún permanezco boca arriba con las manos atadas; está entre mis piernas con las cuales le rodeo la cintura hasta llegar con los pies a su espalda, allí los entrelazo. Está jadeando y su piel, algo sudorosa. Ya casi es hora de que se marche, como siempre lo hace luego de... tenerme, pero por su libido, creo que tal vez quiera quedarse un poco más.
Se inclina nuevamente, su abdomen, pecho y manos hacen contacto con mi piel al deslizarse hasta que su respiración me llega a los labios. Una de sus manos está en mi cintura, hace presión en ella provocando que arroje un quejido al levantar la barbilla en señal de placer y dejando mi cuello propenso a sus deseos.

Quiero decirle que se quede, no quiero dejar de sentirle, no quiero; pero... se supone que soy la víctima y que debo seguir poniendo resistencia, aunque sea por un instante. No puedo demostrarle que espero cada noche con deseo el momento en que me someta, que la impaciencia me devora hasta disfrutar sus besos, no puedo caer totalmente en su juego.

Su aliento, al igual que una niebla al amanecer, se esparce en mi piel haciéndome desplomar en el deseo de fundirnos, de ser uno en esta lujuria desatada. Debe pensar que soy fácil de someter, que cualquiera puede tenerme a la fuerza, que soy uno más a quien seguramente ya le ha hecho lo mismo y ¡No es así! Esto solo me sucede con él, pero eso no le interesa. La ira me invade por la debilidad que causa su presencia y reacciono de manera repentina. Junto y subo mis rodillas contra su pecho, con desespero logró poner la planta de los pies en su abdomen e intento lanzarlo de golpe lejos, pero eso le excita más que antes, lo sé por el latido de su corazón que se acelera hasta ser capaz de percibirlo con los dedos de mis pies a punto de resbalar por el sudor que brota de su piel. Soy un juego, un títere con el que se divierte. La frustración me posee, los dientes resuenan en la fricción que ejerzo sobre ellos a causa de la impotencia... y entonces sucede -¡Déjame! mis labios que jamás habían logrado pronunciar una palabra frente a él, han roto su silencio como una piedra al caer dentro de un profundo y tranquilo pozo de agua. Se ha quedado inmóvil, su corazón que antes latía como un redoblante, ahora es casi imperceptible.
Sigilosamente se separa hasta que dejo de sentir la calidez de su piel, es como si un abismo sin fondo se pusiera entre los dos. Mis ojos se inundan y caen lagrimas sin parar como en una ventana que enfrenta la lluvia; pero aún siento su presencia ¿Qué hace aún aquí? ¿Lo está disfrutando? Las preguntas de mi subconsciente se convierten en afirmaciones que de nuevo me enfurecen - ¡Lárgate! ¡Déjame ir!- Grito de nuevo y esta vez se ha marchado, lo sé por una corriente de aire que cubren mi cuerpo desnudo y vulnerable, como en las otras ocasiones al irse.

Las ataduras y la pesadez de mi cuerpo se disipan, puedo abrirlos de nuevo y logro ver el techo de mi cuarto, he regresado. Recorro con la mirada las vetas de la madera. Mi respiración aún está acelerada, trato de asimilar que me haya dejado ir. Si su intensión siempre ha sido someterme ¿Por qué no lo siguió haciendo? Mi mente se llena de pensamientos e inseguridades que solo me empeoran el estado emocional. ¿Y si no vuelve más? De inmediato me reprendo frente a este pensamiento, no es concebible que si quiera desee tenerlo de nuevo; pero, entonces ¿Por qué me siento de esta manera? No puedo contener la melancolía y me quiebro. Siempre había sentido orgullo del control que tengo sobre mis sentimientos, el no depender de nadie, el sentir plenitud dentro de mi soledad, el no dejarme llevar por un gusto hacia alguien, el siempre llorar en soledad, pero... hay días como hoy, de debilidad donde solo quiero sentir una compañía, alguien que pueda tomar mis miedos y protegerlos para evitar lastimarme; pero esta vez más que nunca me siento como un objeto usado, como si solo importara mi cuerpo y las fantasías que se puedan cumplir con él. Jamás me habían sometido, jamás habían llevado mis sentidos, mi placer, mis deseos a un nivel tan alto y él... él jamás se muestra, jamás dice nada, solo me “obliga” a estar en su juego sin importar más que su propia satisfacción y sin tener en cuenta los efectos colaterales que pueda dejar a su paso.

- Hoy es una nueva mañana, el aire se siente algo pesado, bueno, realmente todo lo siento así. Se me es difícil concentrarme en las lecciones, le he dicho a mi tutora que me siento algo indispuesto, pero ya han pasado tres días desde que evito dormir, desde nuestro último encuentro. No sé hasta cuando me siga creyendo.

La melancolía me rodea y mi vista se pierde en el bosque que logro detallar a los lejos desde mi ventana. El crepúsculo del amanecer hace descender una atmósfera misteriosa entre los árboles que son invadidos por una densa niebla y siento una presencia en ellos, una mirada sigilosa desde la distancia.     
- ¡Vaya, creo que debo dejar de tomar café! he tomado muchas tasas, sumando energizantes y remedios caseros para mantenerme despierto. Ya empiezo a alucinar; una vez leí que la falta de descanso puede hacer que confunda la realidad con los sueños; pero debo aguantar un poco más, solo una noche más para buscar una solución por mí mismo.

He investigado, he utilizado hechizos y rezos, amuletos y piedras, pero nada se asemeja a lo que me sucede. No es un ángel, no es un espíritu; parece ser un ser humano común, no puedo sentir nada oscuro. Si fuese algo demoniaco, lo podría percibir con su energía de inmediato, al igual que si fuera una divinidad. Tampoco sé porque me ha elegido a mí, pero de lo que estoy seguro, es que algo sobrenatural lo envuelve. Pediría ayuda a mi tutora, pero ella no es la misma desde… lo ocurrido.

-Creo que estoy llegando al límite. Me siento en el borde de mi cama tratando de huir del cansancio que me domina poco a poco. ¡Bah! ¿A quién quiero engañar? No huyo de él precisamente, si no de lo que me hace sentir a pesar de ser solo “sueños”, por así llamarlos, unos que se sienten tan reales. Ese tipo de actos sólo son posibles para un ser superior. Los demonios no pueden cruzar a este mundo, no todavía y tampoco es una posesión. ¿Tal vez hechicería? O tal vez un alma vagando en el purgatorio que utiliza mi energía para seguir deambulando. Debe ser un ser poderoso, pues, aunque trato de percibir su energía, no logro saber de quién se trata, aunque tengo seguro que no pretende lastimarme... por ahora.

Las cortinas del cuarto bailan con el viento que se filtra por la ventana entreabierta; el aire frío me rodea produciendo una leve corriente que me eriza la piel. Más que el cansancio, es mi cuerpo quien pide a gritos volver a sentirlo; lo extraño como las plantas al sol, puedo cerrar los ojos y es como si su lengua se escabullera por mis labios con un suave roce. Aún recuerdo su saliva, tiene ese dulce e insaciable sabor cargado de lujuria que me hace desearlo cada vez más, sus labios que esparcen suaves besos en mi pecho, son las caricias que añoro sentir.

- Reacciona- me grito como un intento inútil de sacarlo de la mente - ¿Estás bien?- Escucho a mi tutora que habla tras la puerta - sí, sólo fue un mal sueño.- Respondo con una risa fingida mientras sus pasos lentos se van alejando por el pasillo hasta dejarlos de oír. Nadie puede saber lo que me sucede, debo manejarlo yo sólo, no quiero regaños, castigos, sermones y menos, molestar a mi tutora.

Me paso la mano por el rostro tratando de aplacar un mechón de cabello que se pone sobre los ojos. Así ha sido desde hace que esto inicio y debo seguir ocultándolo.

Mis párpados van cediendo como un telón al finalizar una función, siento como la cabeza se empieza a ladear al igual que las flores al marchitarse; mi mente se va nublando hasta que mi cuerpo no soporta estar erguido y un fuerte golpe contra la cabecera de la cama me hace volver en mí. Me levanto de inmediato dándome rápidos masajes en la nuca y pequeños saltos en las puntas de mis pies. Debo mantenerme despierto.

Camino sin parar de un lado al otro del cuarto, estoy sudando, no por caminar sino por la ansiedad de no verle -¿cuántas horas más faltan para amanecer?- Los tictacs del reloj marcan las 11:36pm, esta sería la cuarta noche sin dormir, la vista es invadida por manchas negras producto del cansancio, las piernas tiemblan, el café dejó de ser efectivo a la tercera noche y las pastillas, ya no son una opción. Creo que estoy rayando los límites, no puedo seguir huyendo de él. Es mi cuerpo y no puedo dejar que alguien me utilice de esa manera -¡Debo enfrentarlo!-

Medito por un instante tratando de saber si realmente quiero luchar contra él o sólo es un juego de mi mente para poder sentirlo una vez más; cualquiera que sea la respuesta, será inevitable nuestro encuentro. He agotado todos mis recursos; pero nada ha funcionado, esta vez no utilizaré nada más que mi voz y fuerza.

(Próximo capítulo en quince días)

Amantes en la Oscuridad Where stories live. Discover now