Capítulo Quince: Beso con sabor a tarta de queso

Magsimula sa umpisa
                                    

 –¿Desde cuando dicen esas cosas los hombres? –pregunto quitando tensión. No me gustaba cuando se ponía en ese plan, creía que de nuevo pasaría lo del ascensor y no podía permitirlo.

 –Si no hablan de sentimientos es porque son estúpidos. A las mujeres les gusta, ¿no es así? Yo he salido con cientos de ese modo… pero mira a Daniel, solo ha salido con dos chicas en toda su vida. Es patético. –pone una cara de odio impresionante y me desconcierta –. Se nota que es un borde y un orgulloso.

 –¿Solo ha salido con dos chicas? ¿Elisa y otra? –pregunté al tiempo que conducía de nuevo.

 –Si… ¿pero, de todo lo que te he contado, te has quedado solo con eso? –me mira desilusionado –. ¿No te importa que yo haya salido con cientos de mujeres? –inquiere algo molesto.

 –Pues… si te digo que no, ¿te enfadas? –otro semáforo, paramos y él me coge de la mano.

 –Si, pero no te preocupes, se que eres diferente al resto de chicas. –¿tengo que molestarme o halagarme?

 –¿Eso qué significa? –pregunto divertida. Él se acerca más a mi y retrocedo instantáneamente.

 –Que eres especial, y eso es lo que más me gusta de ti. –susurra casi en mis labios. El semáforo se pone verde y volvimos a la normalidad.

Hubo un rato de silencio, pero no podía dejarlo así, tenían que quedar claras mis intenciones con él, ¿y si se hacía ilusiones conmigo? No podía permitirlo porque no me gustaba él. ¿Por qué le gusto a la persona equivocada? ¿Es que no le puedo gustar a…? ¡No! Él no me gusta a mi, por lo que no deseo que él me quiera a mi… ¡Déjalo ya!

 –Alex… yo te veo solo como un amigo, te lo dije, ¿recuerdas? –musité casi en un susurro. Él suspiró.

 –Lo sé, pero espero que rectifiques en tu decisión. La esperanza es lo único que debo conservar…

Pronto llegamos a la cafetería. Habíamos aparcado cerca por lo que no tuvimos que caminar mucho para llegar a esta. Cuando entramos, vimos a Daniel y Elisa sentados en una mesa del centro. Nos acercamos y nos sentamos a su lado. La pareja en un lado, y nosotros en otro.

Me acordé de lo que dijo Sandra antes, “salvo cuando quedemos en pareja”. Esto parecía una cita doble y me sonrojé de inmediato.

 –Eres muy lento, primito. –observó Daniel mirándome de reojo –. ¿Y a ti que te pasa? Estás muy roja, ¿tienes fiebre? –Daniel se levantó de su asiento y me puso la mano en la frente. Me sonrojé aun más, si es que se podía.

 –¡Estoy bien! Es solo por el frío de la calle. –mentí mirando hacia otro lado.

 –¡Ohh! ¿No es bonito el amor de un hermano por otro? – comentó Elisa mirándome como en el ascensor. Tragué saliva. No hacía más que recordarlo, ¿es que no sabe decir nada más? ¿Y por qué parece que sabe lo que me esta ocurriendo con Daniel?

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon