31. Liam

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En este puto mes me he fumado una decena de cigarrillos. He bebido más alcohol que los últimos cinco años juntos. He pensado como nunca en mi vida. Sentado en el suelo de la sala, con la espalda apoyada en el sofá. La maldita radio suena al fondo y el reloj va indicando que el tiempo corre.

Toda mi jodida vida intentando no enamorarme y por poco lo logro. Pero, llegó ella, con aquel vestido y esa sonrisa preciosa, que logró que sintiera nervios por primera vez en mi vida. Llegó ella, y poco a poco sentí que la necesitaba para respirar; que el mundo incluso parecía no existir comparado con ella; que tal vez si valdría la pena celebrar los malditos catorce de febrero; que la cama se siente vacía cuando duermo solo; que aunque el reloj nunca deja de marcar el tiempo, si deja de importarme cuando estoy a su lado; que las canciones de amor si tienen sentido; que soñar no es malo y tener planes tampoco; que la vida es una mierda sin ella...Ella hizo que me diera cuenta que sí podía enamorarme...

Cojo el teléfono de la mesita de frente y marco su número, varios timbres y no contesta. Lo intento una vez más y nada.

Tocan la puerta principal. No quiero levantarme de aquí. No me importa quien es. Necesito saber de ella. Vuelvo a llamarla. Tocan nuevamente la puerta.

—Voy joder —grito.

Abro la puerta. Son Aiden y Keira.

—Necesito verla —digo en cuanto ellos entran a mi casa—. Me he dado cuenta de que la quiero, siempre la quise.

—Me da mucha alegría ver cómo lo has aceptado —comenta Keira—. En el fondo yo sabía que te habías enamorado. Tengo cinta negra en darme cuenta cuando un mujeriego- arrogante se enamora. No lo noté en Aiden, pero me sirvió de experiencia para posibles casos que se presenten.

— ¿Sabes dónde puedo encontrarla? —le pregunto.

—En Upclide no, hoy es su día de descanso —responde ella.

—Te aconsejo que te aparezcas en su casa —comenta Aiden.

— ¿Tienes experiencia en el asunto no? —indago.

—Tal vez —expresa.

Voy a casa de Eileen. No voy a descansar hasta encontrarla, hasta que me perdone por no haber creído en ella.

Cuando me enseñó aquel vídeo quería peliarme con el mundo, por no haberla escuchado.

Cristal nunca fue mi novia. La utilicé aquella noche en el club porque sabía que Eileen iría. Eileen dio una entrevista e hizo que todos supieran la clase de escoria que es Harry. Tanto él como Cristal perdieron su carrera, su prestigio, lo perdieron todo.

Toco la puerta. Nadie contesta. Vuelvo a tocar. Voy a marcharme pero escucho la puerta como se abre. Es la abuela.

—Necesito ver a Eileen —le digo.

—Entra —comenta—. No está en casa, pero, tengo que hablar contigo.

Entro a la casa, me siento en la sala.

—Cuando te conocí me caíste bien —cuenta—, no te voy a mentir. Eileen es mi vida, lo único que tengo y la veía tan feliz, que incluso acepté que no la tendría ya conmigo. Esta última vez, pasé de verla en el momento más feliz de su vida al momento más triste. No creíste en ella...

—Sé que me he equivocado —la interrumpo—, por eso necesito verla, para decirle que... —Hago una pequeña pausa, tengo que decirlo, no es difícil, tengo que pronunciarlas— ... La amo. No se lo dije nunca, tampoco creí que me enamoraría, pero ella lo logró. Es mi chica, ella es especial. Me gusta como es, sencilla, dulce, natural, me encanta que no esté pendiente a los zapatos, ni el maquillaje, me gusta verla sonreír. Yo voy a hacerla feliz, voy a amarla cada día, me voy a encargar de que no le falte nada incluso amor, eso que le prometí que no podría darle, pero ahora todo será diferente. La amo y se lo voy a demostrar todos los jodidos días de este mundo.

La abuela de Eileen me observa unos segundos hasta que finalmente sonríe.

—Ve al parque que está a dos cuadras de aquí. Debe estar ahí.

Cuando llego al parque ella venía caminando en mi dirección, sin embargo, no puede verme, tiene la cabeza gacha. Llego frente a ella, levanta la cabeza y me observa.

—He pensado en todas las jodidas veces que estuve a punto de decirte lo que sentía, pero no pude. —Ella suspira—. Aquel día, joder, me estaba faltando la respiración al verte ir. Tuve una última oportunidad de decirte cómo me siento, pero no tuve valor. Hoy estoy aquí frente a ti y aún no sé como decirte todo lo que pienso, pero nena, tú lo vales, lo vales todo. Ese día me preguntaste si te amaba, sí nena, te amo. Te amo por tu personalidad, por como me haces sentir, por esa sonrisa preciosa, por esa carita, por esa sencillez, porque no hay otra persona en el mundo que se compare contigo. —Una lágrima cae por su mejilla—. Te amo desde que entré a tu habitación aquella noche. No puedo ver a nadie más que a ti. Y nena no me importa si es amándonos, peliando, besándonos, gritando, riendo, llorando, en alegría o en caos, no me imaginaría mi mundo sin tí.

—Muy lindas tus palabras pero es demasiado tarde —dice fría—. No puedo perdonarte .—Se limpia los ojos.

—Lo siento, por no creerte.

—Yo también lo siento mucho.

Ella camina sin mirar a trás. La sigo, quiero que me perdone, necesito volver a sentirla en mis brazos, necesito tocarla, besarla, la necesito a mi lado.

—Pelirroja —la llamo, no contesta.

Sigue caminando sin mirar atrás. Sé que no me perdonará tan fácil, pero no voy a descansar hasta lograrlo.

De pronto siento el sonido de un auto muy cerca de mí. Cuando muevo la cara ya era demasiado tarde.

Inmune a Enamorarse [Inmunes 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora