IV. Dos amantes

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Quería quedarse dormido por una eternidad en los latidos de su pecho, quería guardarse en un cofre los besos fogosos que daba com delicadeza sobre sus labios y aquellas miradas, esas miradas que le pedían que todo eso no quedara en la nada y que s...

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Quería quedarse dormido por una eternidad en los latidos de su pecho, quería guardarse en un cofre los besos fogosos que daba com delicadeza sobre sus labios y aquellas miradas, esas miradas que le pedían que todo eso no quedara en la nada y que sus manos deshilacharán las prendas que lo acorralaban lejos de él.

Deseaba desgarrarle la ropa con los dientes, llevarlo a un rincón y desarmarlo en gemidos, deshacerle la boca a besos y llevarse su alma a dormir con él para despertarse con su tranquila respiración al otro día, recordándole lo afortunado que era por estar a su lado.

Yoongi no sabía si era por su amor al sexo y como se lo hacía tan bien o simplemente lo amaba pero extrañan todo de él, del hombre frente a él, de su ex profesor.

De su misterioso alguien.

Seokjin sintió las manos del menor alejarlo levemente, lo observó confundido levantarse y alejarse. Yoongi subió las escaleras lentamente y con un ademán, le apuntó que subiera.

Camino los pasillos de la planta alta mientras pensaba en todo, en lo larga que se sentía la noche, lo nostálgico que era el aroma de Seokjin y como quizás todo terminaría allí.

Por que Yoongi era un hombre casado.

Y Seokjin era un hombre.

Sintió unos pasos tras él, Seokjin lo seguía lentamente, dejándolo que explorará lo que quisiera explorar y que lo llevará dónde lo quisiera llevar. Se adentro a una habitación llena de libreros y un escritorio, parecía ser su estudio. La puerta se cerró, la luz se apagó.

El gran ventanal alumbró levemente con la luz de luna. Yoongi sintió su presencia tras él y dejó escapar su respiración pesada, las manos del mayor bajaron desde su pecho hasta su cintura, acercándolo a él. Besó su cuello, delicado, acarició su abdomen sobre la camisa y bajó, lento y tanteando el terreno. Deslizó su mano entre sus ropas y acarició sobre la tela, húmeda y caliente. Suspiros pesados y calientes del pálido hicieron al mayor estremecerse, el vapor de su respiración era visible por lo fría que solía ser su casa por su soledad.

Besó su oreja sobre su hombro, Yoongi se menguaba por el dolor placentero de sus caricias. Se volteó para sostenerse de sus hombros y lo besó con necesidad, a aquel hombre que tanto extrañaba en él, al hombre que lo había hecho vivir la vida como sólo él sabía hacerlo.

—Quiero darte lo que no pude darte en estos años, quiero saber que aprendiste extrañándome.

Sintió un fuego crecer en él al oír aquellas palabras salir de su boca, rozarle los belfos con un cosquilleo y volver a unirse con él. Se alejó del pálido, saliendo de la habitación, dejando la puerta abierta.

Yoongi observó sus pantalones desabrochados, su camisa arrugada y su cuerpo, deseoso, por él.

Por el señor que lo esperaba en la otra habitación.

SINNER | JinsuWhere stories live. Discover now