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Esto de ser padre de un gatuno bebé si es mucho trabajo, es demasiado demandante y requiere de todas las atenciones posibles. Apenas pasó un fin de semana y no he podido dormir bien o descansar por estar cuidando a mi pequeña Akane.

Estaba alistándome para irme a trabajar, a la vez que pensaba en un plan para poder dejarla sola durante un periodo de 7 hrs. No tengo ninguna opción más que dejarla, no puedo quedarme porque tengo demasiado trabajo y debo cumplir con mi deber.



– Akane, ya debo irme. – le mencioné mientras me dirigía hacia la puerta de la casa – Necesitaré que te quedes mientras.



Ella me seguía sin dejar de maullar y ella hacía notar que quería estar conmigo por la manera en que sonaban sus maullidos, parecía estar demasiado angustiada. La miré, ella también me miró sin dejar de maullar.

Mierda, ¿Qué puedo hacer ahora?



– ¿Qué debo hacer? – le pregunté mientras la cargaba en mis brazos – Tengo que irme a trabajar y también debo cuidarte... – ella solo se enfocaba en acurrucarse en mis brazos – Eres una bebé aún...



La miraba y aun consideraba mis posibles opciones. Pensé en dejarla en casa de Verena y que esté bajo el cuidado de Shira, el problema es que ella no es una gata sociable y menos con bebés.



– ¿Sabes qué? – la acaricié – Básicamente yo puedo ser una clase de jefe y mi jefe es muy amigo mío. Te llevaré conmigo.



Y como buen papá, alisté sus respectivas mamilas con su leche y salimos de la casa.























Ya estaba yo en mi oficina escribiendo en la computadora, tenía música puesta en un volumen bajo por reglas de la misma empresa. A pesar de tener mi oficina privada, tengo que guardar cierto respeto por los demás empleados.

De pronto, mi puerta fue abierta y quien entró fue Jehan cargando algunos folders.



– Buenos días. – saludó tras cerrar la puerta – ¿Todo en orden? – detuvo su paso al ver una pequeña bola de pelos recostada en mis piernas – ¿Trajiste a Akane? – cuestionaba algo burlón.

– No tenía con quien dejarla y aún necesita de muchos cuidados. – respondí mirándolo – No quiero dejarla sola y que crea que nunca más volveré a casa.

– Parece ser que conquistó tu corazón. – sonreía mientras se sentaba en la silla que estaba al otro lado de mi escritorio – No es nada fácil evitar encariñarnos con ellos.

– Siempre fui amante de los gatos, solo que no podía tener uno. – mencionaba continuando mi trabajo en la computadora.

– Me pasó lo mismo cuando conocí a Shira. – contaba – Me encariñé en el primer momento cuando la conocí.

– Como lo hiciste con Verena.



Él tan solo se empezó a reír de lo que dije.



– Estoy pensando en adaptar este lugar para ella también. – miré a mi pequeña bola de pelos – Si la voy a estar trayendo será mejor que tenga también un espacio para ella.

– Que buen padre eres. – reía un poco – Sé que trajiste sus mamilas – señalaba las que tenía en el escritorio –, pero ¿Y la arena?

– ¿Arena? – pregunté frunciendo el ceño sin despegar la mirada de la computadora.

– Si, su arena. Donde hace del baño.



Tomé de inmediato mi celular para llamarle a uno de mis empleados.



– "Dígame, señor." – respondió de inmediato la llamada.

– Smith, necesito que vayas de inmediato a comprar dos botes de arena para gato y dos cajas para lo mismo. – pedía.

"¿Arena para gato y dos cajas?" – preguntaba dudoso.

– Sí, necesito que vayas ahora mismo. – ordenaba – Págalos con mi tarjeta, todavía la tienes y espero que me la regreses después de esta compra.

– "Ya voy a comprar sus cosas."



Terminé con la llamada y miré a Jehan, su cabeza estaba hacia otra dirección, sus ojos cerrados con algo de fuerza y su mano cubriendo su boca.



– Más te vale no decir nada de esto. – amenacé.



Soltó la carcajada quitando la mano de su boca y yo solo me reí un poco.



















Después de trabajar, regresamos a casa y Akane se dispuso a jugar con un pequeño juguete que le había comprado.

En la oficina puse la caja llena de arena para ella y aquí mismo estoy haciendo lo mismo, ahora solo debo seguir enseñándole donde debe estar haciendo del baño y no tuve complicaciones con eso porque en la oficina estuvo buscando su arena y espero que aquí haga lo mismo.

Estuve investigando más acerca de los gatos en cuanto al alimento que puedo darle a su edad y todo lo demás. No parece tarea difícil si soy sincero, tengo suficiente dinero como para darle sus lujos y poder consentirla.

En cuanto terminé con mis labores, me fui a sentarme al sofá, me sentía cansado y solo quería descansar un momento. Akane empezó a maullar y me agaché para cargarla y subirla conmigo al sofá.

Ella se acomodó justo en mis piernas comenzando a ronronear y la acaricié para que se acomodara mejor.



– ¿También estás cansada, princesita? – preguntaba con calma – Vamos a descansar ahora mismo.



Suspiré hondo, me recosté más en el sofá y tomé mi celular con mi mano libre. Me habían pasado varias fotos en la empresa que me metí a la galería para borrarlos puesto a que no era de mi interés y tampoco tenía la necesidad de tenerlos.

Si eran bastantes, no voy a mentir, pero no tarde tanto en poder eliminarlos y aproveché para ver las demás fotografías que había tomado durante la cena que hice con mis amigos e incluso las primeras fotografías que tomé de Akane en su primer día de llagada aquí.

Hasta que salió algo que me provocó un ligero dolor en la panza.

Llegué hasta las fotografías que le tomé a Sonic, en cada una lucía tan feliz, los dos lucíamos felices en todos los momentos que compartimos juntos. ¿Cómo fue que todo eso terminó tan repentinamente?

Bloqueé mi celular, lo dejé a un lado y cerré los ojos dando un enorme suspiro, al mismo tiempo, una lágrima cayó por mi mejilla. El proceso de superar a alguien es tardado, se trata de una pérdida que deja un gran vacío en el interior.

Sé que él se encuentra bien en estos momentos o al menos es lo que me ha dicho Amy. No voy a mentir, me habría encantado compartir este logro con él y tener el estilo de vida que ambos soñábamos con tener.

De pronto, sentí movimientos en mis piernas que provocó que abriera mis ojos de golpe e interrumpiendo mis pensamientos. Era Akane, estaba sentada en mis piernas y mirándome con mucha atención, al igual que maullaba repetidas veces.



– Estoy bien, linda... – le mencioné mientras le acariciaba su pequeña cabeza – Estoy bien...



Supongo que no me creyó, escaló el respaldo del sofá hasta subir y acercarse a mi cara para frotarla contra la suya. Extrañamente, me sentí muy protegido y sabía que ahora podía contar con ella.



– Gracias por llegar a mi vida, Akane. – le decía mientras le daba un pequeño beso en su cabeza – Gracias...



Ella ronroneaba con fuerza, era una bella melodía para mí que me hizo sentir en paz. Ella se recostó en mi hombro, yo permanecí casi inmóvil con tal de que ella pudiera estar cómoda.

La acariciaba suavemente y no dejaba de escuchar su ronroneo.



– Somos solamente tú y yo, Akane. – le mencioné – Tú y yo contra el mundo. 

Nada más importa que nosotros ~ ShadonicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora