La boda

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¿Qué tan lejos puede uno llegar por el despecho? ¿Qué tan hondo puede uno caer por culpa de la depresión y la culpa? Quizás nadie lo sabe, pero ahí estaba aquel ruso, siendo la atención de toda una nación, sus ojos opacos, sin vida, sin alegría, vestido de un elegante traje nupcial de color negro, mirando a la nada, con un aura amenazante rodeándolo, haciendo que el mismo cura temiese por su vida.

Las vives en su cabeza resonando, pidiendo que detuviese esa locura, las miradas suplicantes de Yao y Kiku le estaban molestando. ¿Por qué seguían en su territorio? ¿Acaso no entendían que lo dejaran tranquilo? ¿Qué estaban haciendo aún ahí? En realidad le estaba cabreando y poco a poco el deseo de matarlos estaba aumentando.

Sus opacos ojos violáceos se posaron en las cámaras de televisión, cada una de ellas transmitiendo su maldita boda, cada una contratada por su pequeña hermana, cada una transmitiendo internacionalmente, cada una de esas malditas cámaras siendo una jaula para él. Sabía a la perfección que su amado americano vería este maldito show de mierda, sabía que no le importaría.

Los castaños ojos de los asiáticos observan con impotencia aquella ceremonia, no Iván a negar que las decoraciones de aquella iglesia eran hermosas, los invitados bien vestidos y la tenue armonías de piano acompañaban el incómodo y amenazante ambiente, el cura con semblante de querer irse y pedir perdón a Dios era perturbada más cada que el ruso le dirigía una sombría mirada, Putin se encontraba con semblante serio con puños apretados por la impotencia de no poder detener aquella locura, ¿Qué más podía hacer? No podía comenzar una guerra con Bielorrusia, si con Ucrania, pero no con la psicópata, además ya había hablado con Iván más este no escuchaba a nadie, el estado que había llegado de América era preocupante y no sabía que había sucedido, Obama nunca le respondió sus llamadas o mensajes, menos el representante americano, ya la situación estaba pasando a ser una emergencia no solo nacional sino más bien internacional al estar también involucrado el americano. El mismo Putin no sabía cómo iba a terminar aquel matrimonio, pues sabía a la perfección que la personalidad de Rusia había cambiado drásticamente, temía por la seguridad física y mental de la joven bielorrusa, pues tenía entendido que ella no había logrado apreciar el carácter que de la URSS en el ruso, menos si ese carácter también estaba combinada con el antiguo imperio ruso, el hostil imperio ruso.

Un suave y armonioso piano comenzó a sonar con mayor fuerza, pasos elegantes al son de la melodía nupcial, una hermosa y radiante Belarús se acercaba, acompañada de su hermana, al altar, sus ojos brillaban al ver de espalda a su amado hermano, pero su alegría no duró, pues al momento de que el ruso giró para verla, la menor de los tres hermanos eslavos, sintió por vez primera el terror, la cálida mirada de Iván ya no estaba, sus pasos se detuvieron a centímetros del altar, miró con angustia a su hermana mayor, pero está se encontraba temblando de terror verdadero, negando levemente, deseando no recordar aquellos tiempos de miedo y angustia, de forma instintiva, Yekaterina abrazó protectora a Natalia, este acto hizo enojar al ruso, haciendo que se acercara a pasos firmes y amenazantes a ella.

"Suéltala", ordenó, ambas chicas paralizadas se veían entre sí al escuchar al ruso hablar en su idioma natal.

Putin se levantó de inmediato, preparado en atacar a Iván si era necesario, sabía bien que si el ruso hablaba de esa forma, en su idioma y sin él "da" al final eso significaba solo una cosa, Rusia no se iba a contener en atacar a matar.

El silencio reinaba en aquella iglesia solo la voz temblorosa del cura interrumpía aquel ambiente, un acepto por ambos novios se escuchó, una temblorosa Natalia miraba a su hermano, esperando el beso que nunca llegó, el latir frenético de su corazón le hacía sentir cada vez más insegura, confundida era sostenida del brazo por su amado hermano, siendo guiada por este mientras los presentes los felicitaba por la hermosa boda.

Al salir de aquella iglesia no hubo banquete, no fiesta, no hubo primer baile ni brindis, no hubo torta ni fotografía, solo se dirigieron hacia aquella enorme casa solitaria, no hubo besos ni abrazos al entrar a la vivienda, no hubo su primera noche ni compartir la cama, pero si hubo indiferencia y vodka, si hubo amenazas silenciosas y botellas estrellándose con los muebles, si hubo maldiciones y gritos ahogados.

Por vez primera Bielorrusia, Natalia Arlovskaya, sentía miedo, miedo de su hermano, miedo por su vida, por vez primera aquella muchacha psicópata que era temida por todos, sentía que debía de correr por su vida, sentía el terror que alguna vez hizo sentir a su hermano, por vez primera quería llorar por el terror, por vez primera, Natasha sintió que había cometido un grave error de haber obligado a su hermano casarse con ella, pues probablemente ahora su vida estaría corriendo un grave peligro.

Por primera vez Natalia conocería quién era Rusia en verdad.

Un matrimonio arreglado y Una semana al estilo americanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora