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— ¿Una foto?

— Si.

Mis manos temblaban, ya había tomado una pastilla para evitar tener una criatura con un completo extraño.

Algo sumamente estúpido, eso debería ser mi menor preocupación ¿Y si tenía alguna enfermedad?

¡Oh Dios mío! No pensé en eso ¡No no no no!

Respira Kagome, respira.

— Vale, pues muéstrame esas fotos —exige Sango pasando mi teléfono—

Aún algo nerviosa lo desbloqueo y busco en mi galería las tres fotos del extraño, guapo y dotado hombre con el que estuve.

No fué tan mala idea tomarle alguna foto, en este punto, mis nervios hicieron que su rostro se volviera difuso.

Mis amigas miran las tres fotografías con expresión sería, pasándola una y otra vez para ver todo.

— tiene un tatoaje como InuYasha.

— Un InuGami —balbuceo asintiendo— es japonés.

Ella aprueba la información.

— es albino —puntualiza— está bien formado. No luce mucho mayor que nosotras. Y no parece tener alguna enfermedad visible.

Le deja mi teléfono a Rin, que está demasiado seria viendo la pantalla. Tanto que me da escalofríos.

— no es un anciano, al menos.

Ella me abraza con fuerza algo exagerada. Y bueno, hace ejercicio y ya de por sí es una mujer fuerte. No me ha asesinado en uno de sus abrazos porque, creo, se modera.

Creo...

— estaba preocupada.

— no te hacía falta, estoy bien —suspiro y correspondo al contacto—

— ¡este tipo!

Ambas miramos a Rin, que ahora está conmocionada y caminando de un lado a otro tomando su pelo. Solo para acercarse a mi de la nada y sacudirme de los hombros.

— Es él ¿No lo recuerdas? ¡No puede ser!

No entiendo bien de que me habla, así que niego con la cabeza. Mi castaña latina también ve a la francesa extrañada.

— ¡Estaba hablando con él anoche!

El recuerdo me abofetea, me quedo en blanco un momento.

Sango me muestra el pulgar arriba, creo, seguramente igual de confusa y mareada que yo. Camino con tambaleándome entre la gente en la pista hasta que veo el lugar donde estaba Rin.

Voy a preguntarle la hora, pero me freno al verla coqueteando con... No sé con quién, pero solo veo una muy sexy espalda y un muy sexy cabello claro y brillante por las luces del lugar.

Ella me ve un momento, yo le levanto el pulgar para luego señalar el baño, ella sonríe y afirma.

Oh.

— ¡Desgraciado! Lo dejé para ir a buscarte ¡Te consigue primero y se acuesta contigo!

Hijo 'e puta.

Un escalofrío me recorre. Algo en mi sexto sentido me dice que me cuide las espaldas.

— ¡Ashu!

Ambas se quedan confundidas por mi repentino estornudo.

— ¿Alguien está hablando de ti?

Eso solo agravia mi mal presentimiento.

Fugitiva |Sesshome|Where stories live. Discover now