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coming untouched
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pudo haberse desesperado y haber dicho que no. pudo haber inventado cualquier excusa para no toparse a minho y ahora estar plácidamente durmiendo con su mejor amigo en su dormitorio, pero no.

tenía que doblegarse fácilmente hacia las extrañas peticiones de minho, su extraño compañero de universidad y de habitación.

no comprendía por qué en esta universidad de corea tenía que pasar los últimos tres semestres conviviendo con un completo extraño todo el día. en su momento, pudo haberlo visto necesario, pero tenía veintitrés años, no eran niños de kínder jugando a ser profesionistas.

sigue sin comprender cómo cedió.

digamos, minho era un tanto... atípico.

desde que christopher lo vio, sabía que algo andaba mal en esa cabeza con rostro lindo, porque tenía que aceptarlo, era muy bello.

lo bello no le quita lo loco.

todavía en su mente está fresca la primera imagen que lo hizo tenerle miedo o inquietud a minho: él ofreciéndole un trabajo manual sexual a "su manera".

desde ese momento christopher se replanteó el que tuviera una cara que gritaba "¡soy gay!" a todas direcciones, no es que lo ocultara, pero era un poco tétrico que un muchacho con el que nunca en tu vida has hablado te lo proponga, y siquiera él parecía emocionado con la idea.

christopher no entendía para nada a minho.

y tampoco entendía cómo es que terminó aceptando cada una de sus invitaciones sexuales. las caricias subidas de todo que minho le daba en privado, pero luego siendo ignorado completamente fuera de lo que pasara dentro de su habitación, lo dejaban pensando.

¿qué era lo que quería minho de él?

llegó un momento en el que chris le entregó todo. su mente y cuerpo. decidió dejarse llevar por primera vez. 

y vaya.

no sabía que ser sumiso le sentaba tan jodidamente bien; la dominación y palabras subidas de tono susurradas a su piel era lo que por las noches lo mantenía caliente; era el sumiso más, no el pasivo. 

recuerda como un tatuaje en toda su razón la vez que minho lo montó, hace unos meses. en todo momento le ordenó cómo moverse, si podía tocarlo, si podía gemir o si tan siquiera podía adentrarse más en él o no.

la forma tranquila con la que le dictaba las indicaciones y lo obligaba, lo dejaron exhorto de otros problemas, esa noche solo creyó en minho, lee minho.

y aunque tuviera medianamente aceptado su muy extraña relación, tenía sus momentos de cordura, donde su mente razonable le decía que no se sentía bien; digamos que toda la imagen de minho gritaba "te voy a asesinar mientras te monto como si corriera en una apuesta de caballos". no era normal.

pero era eso mismo lo que extrañamente llamaba de nuevo la atención de christopher. de vuelta a él, de vuelta a sentir satisfacción de las maneras menos convencionales.

entonces así, nunca podía negarse a las demandas de minho.

—por favor, quédate quieto —susurró minho, el rubio que lo había hecho sentarse en una de las sillas que usaban junto a un pequeño comedor raras veces. otra de las cualidades de minho era que siempre susurraba cuando intimaba con chris, es como si quisiera escuchar solo los quejidos del mayor.

—minho, no me gusta estar amarrado —tener el torso descubierto y sus muñecas atadas detrás de su espalda junto con sus pies atados a las patas de la silla, no era una posición muy cómoda.

𔓕 placebo, minchan.Where stories live. Discover now