17. Querido pueblo español

1 0 0
                                    


Quería hablar con vosotros de lo que es estar encerrado. Me imagino que pasaréis gran parte del tiempo en la ventana, yo también. Es un pedacito estático, nunca cambia lo que se puede ver, pero dan ganas de estar allí. Parece la libertad, seguro. Da la sensación de que lo que te pasa aquí no te pasaría allí, pero bueno, de eso quería hablar.

Me quedan cinco años de condena, estoy preso hace cuatro años ya. Todavía no sé si es mejor "estoy preso" o "soy preso". En dos añitos ya me van dejando salir, ya será casi como si esto fuera un trabajito de fin de semana. Tengo esta sensación adentro, desde el día después de la sentencia, de que el tiempo que pase hasta que salga no importa. Que tengo que esperar para seguir haciendo cosas. Entonces es normal pensar qué cojones estaba haciendo antes y, a ratos, todo eso me da asco. Hay gente que se frustra, pero a mí me sale así.

Los mayores aquí dentro, y algunos funcionarios también, repiten mucho eso de que esto no es el pause, que esto es tu vida y que a vivir, y que, lo que puedas, que lo hagas. Yo es que tengo la litera de arriba, entonces esta charla no me llega tanto, el ruido de esta gente no me molesta. Todo lo de aprovechar me da igual, lo de vivir mi vida casi también, porque lo cuentan en el mismo sermón. Yo me conformo con quitarme este asco de la garganta. Cuando estaba antes en mi casa no lo disfrutaba, me daba igual poder hacer lo que me diera la gana. Para mí lo de poder darme una vuelta, emborracharme, esas cosas las hacía porque en ese momento me parecían bien. Lo que pasa es que tampoco quiero salir para poder disfrutarlo ahora. Lo que quiero, insisto, es quitarme esto otro.

Me imagino que estaréis echando cuentas. Nueve años de condena. Igual soy un violador. O igual maté a alguien y queréis saber por qué lo hice, o si estaba justificado. Igual me pillaron con la droga y estáis esperando a saber qué droga era para perdonarme o no. Tampoco tengo tiempo como para que me perdonéis.

Yo soy un ladrón. Un par de palos al año, nada más, el resto alguna chapuza por lo que haga falta. Me pasó la última vez ーclaro, en la últimaー que el tipo de la joyería iba extremadamente lento. Iba a rachas. No sé si se paraba del canguelo, o igual el hombre pensaba en "venga, me paro unos segundos y van viniendo los del seguro". Yo gritando, mi socio gritando afuera, las dos viejas que les pilló dentro casi gritándole también. Los del seguro, esos no valen para nada y siempre te van a dejar irte si les peligra la vida, la policía es que es más orgullosa y por eso me estaban entrando los sudores a mí. Pegué un tiro. Pero fue para meter prisa, un tiro a los cristales, como un lubricante, disparas y ya todo va rápido y fluido.

El tiro me costó cuatro años más de condena por robo a mano armada con tentativa de homicidio. Los juicios son una cosa muy ajena a mí, siempre me siento como que no tienen que ver conmigo aunque hablen de mí porque tampoco puedo hacer nada, así que pienso que son una cosa que no tiene que ver conmigo. En este caso me hizo gracia el abogado y el fiscal, discutiendo si yo disparé a una persona, si "traté de forzar una resolución rápida" o si puse en peligro la vida de mucha gente. El fiscal aquel, si hubiera podido, me había inculpado hasta por poner en peligro mi propia vida. Esa gente es ansiosa, los picapleitos, quieren sacar todos los puntos posibles del juego y luego piensan veinte minutos en "vaya, la dimensión humana de nuestra labor", como me dijo el abogado. "Nueve años pa dentro", dijo la señora jueza.

A veces lo pienso, en que no habría que perdonarme. La mayoría del tiempo pienso lo mismo que en el juicio, que tampoco puedo hacer nada para que me perdonen así que no es algo que tenga que ver conmigo. Pero como nos pasamos mucho tiempo pensando, se me ocurren cosas ¿Cómo vas a perdonar a un ladrón? Llega una persona que coge el dinero que te has sacado en un mes, en dos meses de madrugar y de aguantar a viejas lloriqueando por cualquier rayón en el anillo de casados, y encima el tío te pide que deprisita y encima te hace pasar el peor día de tu vida y encima tienes que pensar en perdonarle. Claro, te ha pegado un tiro en la tienda, es un ladrón, se puede ir a la mierda.

Cuentos del virusWhere stories live. Discover now